& Spinoza Laetica II
PARTE CUATRO: SOBRE LA SERVIDUMBRE HUMANA, O

DE LA FUERZA DE LA AFECTIVIDAD

PREFACIO

Llamo servidumbre la incapacidad del hombre para controlar y moderar su afectividad: pues, cuando un hombre es víctima de su afectividad, no es dueño de sí, sino est a la disáposición de la fortuna; tanto que a menudo es forzado, conociendo el camino mejor, a hacer lo peor. Cual es la razón de ésto y que es bueno o malo en nuestra afectividad, es lo que pretendo mostrar en esta cuarta parte de mi Etica.

Antes de comenzar, sería conveniente decir algo sobre la perfección e imperfección, sobre el bien y el mal. Cuando un hombre ah decidido hacer algo y lo lleva a la perfección, su trabajo será considerado perfecto, no sólo por él, sino también por cualquiera que conozca o crea conocer la intención y objeto del autor.

Supongamos, por ejemplo, que alguno ve una obra (asumiremos que aún no está completa) y sabe que el objeto de su autor es construir una casa, entonces llamará el trabajo imperfecto; por otra parte, lo llamará perfecto tan pronto como considere que está concluido según el fin decido por el autor. Pero si un hombre ve un trabajo, si haber visto antes nada semejante, y sin saber la intención del fabricante, queda claro que no puede saber si la obra es perfecta o imperfecta. Este puede haber sido el sentido original de estos términos. Pero, una vez que los hombres empezaron a forjar ideas generales, a inventar diversos tipos de casas, edificios, torres etc., y a preferir ciertos tipos a otros, sucedió que cada cual llamaba perfecto aquello que concordaba con la idea general que se había formado respecto al objeto en cuestión, y llamaba imperfecto aquello que consideraba menos concordante con su propio tipo preconcebido, aún si obviamente había sido completado en conformidad con la idea de su constructor.

Presumiblemente por esta razón, se sigue llamando perfecto o imperfecto aún a los fenómenos naturales que, obviamente, no son hechos por el hombre: pues los hombres suelen formar ideas generales de todas las cosas, tanto naturales como artificiales, y mantienen estas ideas como una especie de patrón original o modelo, y creen que la Naturaleza que según su opinión "no hace nada sin un fin", tiene en cuenta estos mismos modelos, y los considera como arquetipos. Por tanto, cuando consideran algo en la Naturaleza, que no conforma totalmente con la idea preconcebida que tienen de la cosa, dicen que la Naturaleza ha errado o se ha equivocado, y dejado su labor incompleta.

Así vemos que la gente suele llamar, a los fenómenos naturales, perfectos o imperfectos, antes debido a sus prejuicios naturales de por su verdadero conocimiento de éstos. Hemos demostrado en el Apéndice a la parte I que la Naturaleza no crea considerando un fin; pues el ser infinito y eterno, que llamamos Dios o Naturaleza, actúa y existe por la misma necesidad. Hemos demostrado (I. /16) que por la misma naturaleza, por la cual existe, también acta. La razúón por la cual Dios o la Naturaleza existen y la razón por la cual actúan son una y la misma. Por tanto, dado que no existe con el objeto de un fin, tampoco actúa según un fin; de su existencia y de sus actos no hay ni principio ni fin. Por tanto, lo que llamamos causa final no es otra cosa que deseo humano, en cuanto considerado como origen o causa primaria de algo.

Por ejemplo, cuando decimos que ser habitada es la causa final de ésta o aquella casa, no queremos decir otra cosa sino que alguien, considerando la ventaja de vivir en una casa, deseó construir una. Luego, ser habitada, en cuanto considerado como causa final, no es sino este deseo particular, que en realidad es su causa eficiente, considerado como causa primaria, dado que la gente normalmente ignora la causa de sus deseos. Como he dicho a menudo, los hombres están concientes de sus acciones y de sus deseos, pero ignoran las causas por las cuales son determinados a un deseo particular. Así, el dicho corriente que "la Naturaleza a veces se equivoca o comete errores y produce cosas imperfectas", lo ubico entre las ficciones tratadas en el Apéndice de la parte I.

La perfección e imperfección, entonces, son simples modos de pensar o nociones, que inventamos, por cuanto estamos acostumbrados a comparar individuos de la misma clase o especie. Como expresé (II. /d. 6) que por realidad y perfección entiendo la misma cosa. Tenemos por costumbre referirnos a todos los seres de la Naturaleza como integrantes de un solo género, llamado el más general, en otras palabras el ser, al cual pertenecen todos los individuos de la Naturaleza. Así, en cuanto referimos todos los individuos de la Naturaleza a esta categora y-- comparáíndolos unos con otros--encontramos que algunos poseen más ser o realidad que otros, decimos que unos son más perfectos que otros.

Por otra parte, al atribuirles alguna propiedad que implique negación-- tales como lmite, fin, iíncapacidad, etc., los llamamos imperfectos, dado que no agradan a nuestra mente tanto como las cosas que llamamos perfectas y no porque posean ninguna deficiencia intrínseca o porque la Naturaleza se haya equivocado. Pues, nada pertenece a la naturaleza de una cosa excepto aquello que sigue de la naturaleza de su causa eficiente; y todo lo que sigue de la naturaleza de su causa eficiente necesariamente debe suceder.

En cuanto a los términos bueno y malo, no indican ninguna cualidad positiva en las cosas consideradas en sí, son sólo modos de pensamiento o nociones, que formamos al comparar unas cosas con otras. Así, una y la misma cosa puede ser, al mismo tiempo, buena, mala e indiferente. Por ejemplo, la música es buena para el melanclico, mala póara quienes están de duelo e indiferente para un sordo. Sin embargo mantendremos estos términos. Pues, en cuanto intentamos formar la idea de un hombre que sea como un modelo de la naturaleza humana y considerado como tal, nos será útil emplear estos términos en el sentido indicado.

A continuación, entonces, llamaré bueno aquello que con certeza sabemos que es un medio de constante progreso hacia el modelo de la naturaleza humana que nos hemos propuesto; por malo aquello que con certeza sabemos es un obstáculo en aproximarnos a dicho modelo. Tambin, direméos que los hombres son "más perfectos" o " más imperfectos" en cuanto progresen ms o máenos hacia el mismo modelo. Sin embargo, cuando digo que alguien pasa de una perfección menor a una mayor, o vice versa, no indico que pase de un ser a otro-- por ejemplo, un caballo sera iguíalmente destruido al ser cambiado en un hombre que al ser cambiado en un insecto-- sino sólo que su poder, en cuanto relacionado con su propia naturaleza, se encuentra aumentado o disminuido.

Finalmente (según he expresado anteriormente), por perfección entiendo, la realidad misma: en otras palabras, el ser de cada cosa, como existe y opera en su forma particular, sin considerar su duración. Pues no puede decirse de nada que es más perfecto por haber existido por más tiempo. La duración de las cosas no puede determinarse por su ser, hemos demostrado que el ser de las cosas no implica un tiempo fijo o definitivo de existencia; todo, sea más perfecto o menos perfecto, siempre podrá persistir en su existencia con la misma fuerza con la cual empezó a existir, y, en este respecto todas las cosas son iguales.

DEFINICIONES

d.1 BUENO: AQUELLO QUE CON CERTEZA SABEMOS NOS ES UTIL.

d.2 MALO: AQUELLO QUE CON CERTEZA SABEMOS QUE ES UN IMPEDIMENTO PARA NUESTRO LOGRO DE CUALQUIER BIEN (cf. el prefacio ).

d.3 CONTINGENTE: LAS COSAS PARTICULARES CUANDO, CONSIDERANDO SU SER, NO ENCONTRAMOS EN EL NADA QUE NECESARIAMENTE DECLARE O NIEGUE SU EXISTENCIA.

d.4 POSIBLE: LAS COSAS PARTICULARES CUANDO, CONSIDERANDO LAS CAUSAS POR LAS CUALES SON PRODUCIDAS, NO SABEMOS SI ESTAS CAUSAS ESTAN DETERMINADAS PARA PRODUCIRLAS. En I. /33 sc. 1 no indiqué diferencia entre posible y contingente, por cuanto, en ese punto, no era necesario distinguirlas claramente.

d.5 ESTADOS AFECTIVOS CONTRARIOS: AQUELLOS QUE NOS IMPULSAN EN DIFERENTES DIRECCIONES, AUN SIENDO DEL MISMO GENERO e.g. gula y avaricia, siendo ambas variedades de amor no son contrarias por naturaleza, sino sólo accidentalmente.

d. 6SENTIMIENTOS HACIA UNA COSA FUTURA, PASADA O PRESENTE: (III. /18). Tenemos que indicar aquí que, exactamente como en las distancias del espacio, nuestra imaginacin de las distaóncias en el tiempo permanece distinta sólo hasta cierto límite. De hecho, todos los objetos distantes en más de 200 pies (i.e. excediendo la distancia que podemos imaginar distintamente) parecen todos estar en el mismo plano y a la misma distancia de nosotros; as taímbién, todos los objetos que están remotos del tiempo presente por un intervalo mayor que lo que podemos imaginar claramente, nos parecerán igualmente remotos del presente y nos parecerá que pertenecen al mismo período.

d.7 EL FIN QUE NOS CONDUCE A EJECUTAR ALGUNA COSA: EL DESEO.

d.8 VIRTUD Y PODER: SON UNA Y LA MISMA COSA. Relativo a los hombres (III. /7) la virtud es su propia naturaleza o ser, en cuanto tienen el poder de hacer cosas que sólo pueden comprenderse mediante las leyes de su propia naturaleza.

AXIOMAS

a.1 NINGUNA COSA PARTICULAR EN EL MUNDO PUEDE CONSIDERARSE COMO LA MAS FUERTE Y PODEROSA, PUES CADA COSA, TARDE O TEMPRANO, SE ENCONTRARA CON OTRA MAS PODEROSA, QUE PUEDA DESTRUIRLA.

PROPOSICIONES

p.1 EN UNA IDEA FALSA AQUELLO QUE ES POSITIVO NO ES DESTRUIDO POR LA PRESENCIA DE LO VERDADERO, EN CUANTO ES VERDADERO. Dem.: la falsedad consiste solamente en falta de conocimientos que implican las ideas inadecuadas (II. /35) y no hay en ellas nada positivo que las haga ser llamadas falsas (II. /33); por otra parte, en cuanto relacionadas con Dios ellas son verdaderas (II. /32). Por tanto, si lo que es positivo en una idea falsa fuera destruido por la presencia de lo verdadero, en cuanto es verdadero, una idea verdadera sería destruida por si misma, lo cual (III. /4) es absurdo. Luego, en una idea falsa etc. qed.

sc. Esto se comprende más claramente de II. /16 cor. 2. Pues la imaginacin es una idea que óindica más bien la disposición presente del cuerpo humano, que la naturaleza de un cuerpo externo: en verdad, en forma confusa, no clara, y ésa es la razón que se dice que nuestra mente se equivoca. Por ejemplo cuando miramos al sol, nos imaginamos que está a unos dos cientos pies; con respecto a ésto erramos sólo si no sabemos la distancia real; ahora, cuando se sabe la verdadera distancia, el error es destruido, pero no la imaginación, i.e. la idea del sol que explica la naturaleza del sol sólo en la medida que nuestro cuerpo es afectado por él. Así, cuando los rayos del sol caen en la superficie del agua y se reflejan en nuestros ojos, imaginamos el sol como si estuviera en el agua, si bien estamos concientes de su verdadera posición; en la misma forma otras imágenes, por las cuales nuestra mente es engañada-- sea que indiquen un estado normal de nuestro cuerpo, o un estado de poder aumentado o disminuido-- no son contrarias a lo que es verdadero y no se desvanecerán por su presencia. Suceden, en verdad, que cuando equivocadamente tememos un mal, el mal se desvanece cuando escuchamos noticias verdaderas, pero también sucede lo contrario; en otras palabras que cuando tememos un mal que con certeza vendrá, nuestro temor se desvanece al escuchar unas falsas nuevas. Luego la imaginación no se desvanece en presencia de la verdad, en cuanto verdadera, sino porque otras imágenes, más fuertes que la primera, que ocupan el primer plano y excluyen la existencia actual de lo que imaginamos (II. /17).

p.2 PADECEMOS EN CUANTO SOMOS UNA PARTE DE LA NATURALEZA QUE NO PUEDE CONCEBIRSE POR SI MISMA Y SIN LAS OTRAS PARTES. Dem.: sufrimos cuando algo surge en nosotros de lo cual slo sóomos una causa parcial (III. /d. 2) i.e. (III. /d. 1) algo que no es explicable por las leyes de nuestra naturaleza solamente. Luego, padecemos en cuanto etc., qed.

p.3 LA FUERZA MEDIANTE LA CUAL PERSISTIMOS EN LA EXISTENCIA ES LIMITADA E INFINITAMENTE SUPERADA POR LA FUERZA DE LAS CAUSAS EXTERNAS. Dem.: evidente de a.1 pues, dado un hombre, siempre habrá algo e.g. "A" más poderoso, dado ésto, habrá "B" que lo supera a su vez, y as haísta lo infinito. qed.

p.4 NO ES POSIBLE QUE DEJEMOS DE SER PARTE DE LA NATURALEZA Y QUE SOLO PADEZCAMOS AQUELLOS CAMBIOS QUE RESULTAN DE NUESTRA NATURALEZA Y DE LOS CUALES SOMOS CAUSA ADECUADA. Dem.: el poder por el cual cada cosa particular, y también el hombre, preserva su ser, es el poder mismo de Dios o la Naturaleza (I. /24 cor.) no en cuanto este poder es infinito, sino explicado por el ser actual de esa cosa, en este caso del hombre (III. /7). Así, al explicarse mediante nuestro propio ser, nuestro poder es parte del poder infinito de Dios o la Naturaleza, i.e. el ser infinito de Dios (I. /34). Este era nuestro primer punto. Adems si fueráa posible que el hombre sólo sufriese aquellos cambios que resultan de y son concebibles mediante su propia naturaleza, seguiría que (III. 74 & 6) no podría morir, sino que existiría necesariamente siempre. Esto sería la consecuencia necesaria de una causa cuyo poder sería finito o infinito; a saber, o bien el poder del hombre solamente, en la medida que fuera capaz de alejar de s tíodos los cambios provenientes de causas externas, o el poder infinito de la Naturaleza: en la medida que todas las cosas estarían dispuestas para que el hombre no sufriera otros cambios que los tendientes a su preservación. Pero la primera alternativa es absurda por p. 3, cuya demostración es universal y se aplica a todas las cosas particulares. Luego, si fuera posible que el hombre sufriese solamente los cambios resultantes de su propia naturaleza y consecuentemente que el existiera necesariamente siempre: se asumiría que semejante resultado seguiría del poder infinito de Dios y, consecuentemente (I. /16) se deduciría de la necesidad de la naturaleza divina, en cuanto Dios es afectado por la idea de un hombre particular, todo el orden de la Naturaleza, considerado según los atributos de la Extensión y el Pensamiento. De esto seguiría que el hombre (I. /21) es infinito, lo cual (según la primera parte de esta demostración) es absurdo. qed. Luego:

cor. ESTAMOS NECESARIAMENTE SIEMPRE EXPUESTOS AL SUFRIMIENTO, SIEMPRE SOMETIDOS AL ORDEN GENERAL DE LA NATURALEZA, Y SIEMPRE ADAPTANDONOS A ESTE, SEGUN LA NATURALEZA LO EXIGE.

p. 5EL PODER E INCREMENTO DE CUALQUIER PADECIMIENTO Y SU PERSISTENCIA NO SE DEFINEN SEGUN EL PODER POR EL CUAL NOS ESFORZAMOS EN PERSISTIR, SINO POR EL PODER DE ALGUNA CAUSA EXTERNA EN COMBINACIóN CON NUESTRO PODER. Dem.: la naturaleza de un padecimiento (pasividad) no puede ser explicado solamente por nuestra naturaleza (III. /d. 1 & 2) i.e. (III. /7) el poder de un padecimiento no puede ser definido por el poder mediante el cual nos esforzamos en persistir sino (II. /16) debe necesariamente definirse por el poder de alguna causa externa en combinación con nuestro poder. qed.

p.6 LA FUERZA DE CUALQUIER PADECIMIENTO O ESTADO AFECTIVO PUEDE SUPERAR LAS DEMAS ACCIONES DE UN HOMBRE Y SU PODER, AL EXTREMO QUE PERMANEZCA OBSTINADAMENTE EN EL. Dem.: la fuerza e incremento de cualquier estado afectivo, y su persistencia, se definen por el poder de alguna causa externa en combinación con nuestro poder (p. 5), luego (p. 3) la fuerza de cualquier etc., qed.

p.7 UN ESTADO AFECTIVO SOLO PUEDE SER CONTROLADO O DESTRUIDO POR OTRO ESTADO AFECTIVO, CONTRARIO Y MAS FUERTE QUE EL ESTADO A CONTROLAR. Dem.: un estado afectivo, relacionado con nuestra mente, es una idea por la cual afirmamos más o menos vitalidad que antes en nuestro cuerpo (III. / gda.). Luego al ser presa de un estado afectivo, nuestro cuerpo está, al mismo tiempo, experimentando un estado por el cual su poder es aumentado o disminuido. Esta sensación (p. 5) recibe de su causa la fuerza para persistir; cuya fuerza sólo puede ser eliminada o controlada por una causa corporal (II. /6) que modifique nuestro cuerpo en un modo (III. /5) contrario y más fuerte que la primera (a. 1); luego (II. /12) nuestra mente ser afeáctada por la idea de una sensación contraria y más fuerte que la anterior, i.e. (III. /gda.) nos veremos determinados a pensar en esa sensacin m&aacutóe;s fuerte, y este nuevo estado afectivo excluirá o eliminará la existencia del primero. qed. luego:

cor. UN ESTADO AFECTIVO, RELATIVO ALA MENTE, SOLO PUEDE SER CONTROLADO O ELIMINADO MEDIANTE LA IDEA DE UNA SENSACION CONTRARIA Y MAS FUERTE QUE LA QUE NOS AFECTA. Los estados afectivos que padecemos, pueden ser eliminados o controlados sólo por uno contrario y ms fáuerte que el que nos afecta i.e. (III. /gda.) sólo por una idea de una disposicin del cuerpóo (sensación) contraria y más fuerte que la que nos hace padecer.

p.8 EL CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL NO ES OTRA COSA QUE UN SENTIMIENTO DE PLACER O TRISTEZA, EN CUANTO ESTAMOS CONSCIENTE DE EL. Dem.: llamamos a una cosa buena o mala, en cuanto es útil o perjudicial para nuestra preservación (d. 1 & 2) i.e. (III. /7) cuando aumenta o disminuye, secunda o estorba nuestro poder. Así, en cuanto percibimos que una cosa nos afecta con placer o dolor (III. /11 sc.) la llamamos buena o mala; por lo cual el conocimiento del bien y del mal no es sino la idea de placer o dolor, que sigue necesariamente del sentimiento respectivo (II. /22). Pero esta idea está unida al sentimiento en la misma forma que la mente está unida al cuerpo (II. /21) i.e. no hay distinción real entre esta idea y el sentimiento o idea de la sensación, excepto con relacin al conócepto. Por tanto, el conocimiento del bien y del mal etc., qed.

p.9 UN ESTADO AFECTIVO CUYA CAUSA IMAGINAMOS COMO PRESENTE ACTUALMENTE, ES MAS FUERTE QUE SI NO IMAGINAMOS DICHA CAUSA COMO PRESENTE. Dem.: imaginación es la idea por la cual consideramos una cosa como presente (II. /17 sc.) pero que indica un estado mental antes que la naturaleza de la cosa externa representada (II. /16 cor. 2). Un estado afectivo es por tanto una imaginación, en cuanto indica una sensación. Pero, una imaginación (II. /17) es ms fáuerte cuando no imaginamos nada que excluya la existencia del objeto externo; luego un estado afectivo etc., qed

sc. Al decir (III. /18) que por la imagen de una cosa pasada o futura somos afectados por el mismo sentimiento que si la cosa imaginada estuviera presente, expresamente dije que ésto sólo es cierto con respecto a la cosa imaginada (pues su naturaleza no cambia sea que la imaginemos o no). No negué que la imagen se debilita cuando consideramos como presentes otras cosas que excluyen, en el presente, la existencia de un objeto futuro. No llamé expresamente la atención a ese hecho, por cuanto pensaba tratar de la fuerza de la afectividad en esta parte.

cor. A IMAGEN DE ALGO PASADO O FUTURO, O DE UNA COSA QUE CONSIDERAMOS EN RELACION CON TIEMPO PASADO O FUTURO, EXCLUYENDO EL PRESENTE, ES RELATIVAMENTE MAS DEBIL QUE LA IMAGEN DE ALGO PRESENTE; CONSECUENTEMENTE, EL SENTIMIENTO HACIA ALGO PASADO O FUTURO ES RELATIVAMENTE MENOS INTENSO QUE EL SENTIMIENTO HACIA ALGO PRESENTE.

p.10 LA CONSIDERACION DE ALGO FUTURO QUE IMAGINAMOS CERCANO NOS AFECTA MAS INTENSAMENTE QUE SI IMAGINAMOS SU EXISTENCIA DISTANTE DEL PRESENTE; SIMILARMENTE, AL RECORDAR ALGO OCURRIDO RECIENTEMENTE, SOMOS MAS INTENSAMENTE AFECTADOS QUE SI IMAGINAMOS QUE PASO HACE MUCHO TIEMPO. Dem.: en cuanto imaginamos algo cercano o como recién ocurrido, damos menos atención a las cosas que excluyen su presencia, que cuando consideramos su futura existencia remota o su ocurrencia hace mucho tiempo (lo cual es obvio); luego, la consideración de algo futuro etc.,qed.

sc. Sigue de nuestra observación a d.6 que si los objetos están alejados del presente por un intervalo de tiempo que excede los límites de la imaginación clara y distinta, nuestros sentimientos hacia ellos serán también más débiles, aún que no dejemos de conocer que están separados por un largo período de tiempo.

p.11 EL SENTIMIENTO HACIA UNA COSA QUE IMAGINAMOS COMO NECESARIA, ES RELATIVAMENTE MAS INTENSO QUE EL SENTIMIENTO HACIA ALGO QUE IMAGINAMOS COMO POSIBLE O CONTINGENTE i.e. NO NECESARIA. Dem.: en la medida que imaginamos una cosa como necesaria, afirmamos su existencia; por otra parte, negamos la existencia de aquello que consideramos como no necesaria (I. /33 sc.); luego, (p. 9) el sentimiento hacia etc., qed.

p.12 EL SENTIMIENTO HACIA UNA COSA QUE NO EXISTE ACTUALMENTE Y QUE IMAGINAMOS COMO POSIBLE, ES RELATIVAMENTE MAS FUERTE QUE EL SENTIMIENTO HACIA UNA COSA QUE IMAGINAMOS CONTINGENTE. Dem.: al considerar una cosa contingente no imaginamos otras cosas que afirmen su existencia (d. 3); al contrario, por nuestra hipótesis, imaginamos algunas cosas que excluyen su presencia actual. Pero si consideramos algo posible en el futuro, por ésto imaginamos cosas que afirman su existencia (p. 4) i.e. (III. /18) cosas que promueven esperanza y temor; luego, el sentimiento etc. qed.

cor. EL SENTIMIENTO HACIA UNA COSA QUE NO EXISTE ACTUALMENTE Y QUE IMAGINAMOS CONTINGENTE ES MUCHO MAS DEBIL QUE EL SENTIMIENTO HACIA UNA COSA PRESENTE. Dem.: el sentimiento hacia una cosa que se supone existente, es más fuerte que hacia una que se supone futura (cor. /p. 9) y mucho más intenso si ese futuro se supone remoto (p. 10). Luego, el sentimiento hacia una cosa remota es mucho más débil que él hacia una cosa imaginada como presente; pero siempre ms fáuerte que si la cosa fuera imaginada como contingente. Por tanto, el sentimiento etc., qed.

p.13 LOS SENTIMIENTOS HACIA UNA COSA QUE NO EXISTE ACTUALMENTE Y QUE IMAGINAMOS COMO CONTINGENTE, SON RELATIVAMENTE MAS DEBILES QUE LOS SENTIMIENTOS HACIA UNA COSA DEL PASADO. Dem.: en cuanto imaginamos algo como contingente no somos afectados por la imagen de otras cosas que afirmen su existencia (d. 3); por el contrario, según nuestra hiptesis, imaóginamos algunas cosas que excluyen su presencia actual. Pero, en la medida que imaginamos una cosa en el pasado, se asume que imaginaremos algo la trae a la memoria, o revive su imagen (II. /18 + sc.) y en ese sentido nos hace considerarla como presente (II. /17 cor.). Luego, los sentimientos etc., qed

p.14 EL VERDADERO CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL, COMO TAL, NO UEDE CONTROLAR NINGUN ESTADO AFECTIVO, SINO EN CUANTO CONSIDERADO TAMBIEN COMO ESTADO AFECTIVO. Dem.: un estado afectivo es una idea mediante la cual afirmamos de nuestro cuerpo un esfuerzo para existir mayor o menor que antes (III. / gda.); no tiene, por tanto, ningn elemúento positivo que pueda ser abolido por la presencia de la verdad; luego, el verdadero conocimiento del bien y del mal, como tal, no puede controlar ningún estado afectivo. Pero, en cuanto tal conocimiento es un estado afectivo (p. 8) y más fuerte que el por controlar, podrá hasta ese punto controlar al otro estado afectivo.qed.

p.15 UN DESEO SURGIDO DEL VERDADERO CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL PUEDE SER REPRIMIDO O CONTROLADO POR MUCHOS OTROS DESEOS SURGIDOS DE ESTADOS AFECTIVOS QUE PADECEMOS. Dem.: del conocimiento verdadero del bien y del mal, en cuanto estado afectivo, necesariamente surge el deseo (III. /af. 1) con una fuerza directamente proporcional a la fuerza de la emoción de la cual nace (III. /37). Pero en cuanto este deseo se debe al hecho de que comprendemos algo verdaderamente (por hipótesis) también estará presente en nuestra actividad (III. /1) y por tanto debe ser conocido mediante nuestro ser (III. /d. 2); luego,(III. /7) su fuerza e incremento deben definirse según nuestro poder. Ahora, la fuerza de los deseos surgidos de padecimientos es proporcional a la fuerza de estos estados afectivos; luego su fuerza e incremento (p. 5) deben definirse por el poder de causas externas en combinacin con nuestro póoder, esta fuerza es muy superior a la de nuestro sólo poder (p. 3). Luego, un deseo surgido etc., qed.

p.16 EL DESEO SURGIDO DEL VERDADERO CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL, EN CUANTO ESE CONOCIMIENTO CONSIDERA EL FUTURO, PUEDE SER REPRIMIDO O SUPRIMIDO CON AUN MAYOR FACILIDAD POR EL DESEO DE COSAS QUE SON PLACENTERAS EN EL MOMENTO ACTUAL. Dem.: los sentimientos hacia una cosa futura son relativamente más débiles que aquellos hacia una cosa actual (cor. /p. 9). Pero el deseo que surge de un verdadero conocimiento del bien y del mal, aún cuando se relacione con cosas buenas y actuales, puede ser reprimido o suprimido por cualquier deseo caprichoso (la demostración de p. 15 es válida universalmente). Luego, el deseo surgido etc., qed.

p.17 EL DESEO SURGIDO DEL VERDADERO CONOCIMIENTO DEL BIEN Y DEL MAL, EN CUANTO CONSIDERE COSAS CONTINGENTES, PUEDE SER REPRIMIDO O SUPRIMIDO AUN MAS FACILMENTE POR EL DESEO DE COSAS QUE SON PLACENTERAS EN EL MOMENTO PRESENTE. Dem.: similar a demostración para p. 16 y cor. /p. 12.

sc.creo, así, haber demostrado la causa porqué los hombres son más fcilmente iánfluenciados por la opinión que por las razones verdaderas, y como es que el verdadero conocimiento del bien y del mal causa problemas en nuestra mente y con frecuencia se someta a todo tipo de caprichos. Por ésto el poeta dijo (Ovidio. Met.VII. 20): "veo lo mejor y lo encomio entusiastamente, pero hago lo peor". El Eclesiastes (I. 18) parece pensar lo mismo al expresar: "quien acrecienta su conocimiento, acrecienta su dolor".

Si digo ésto, no es para extraer la conclusión que la ignorancia es preferible al conocimiento, o que no hay diferencia entre un sabio y un necio en la forma que moderan su afectividad, sino en cuanto es necesario saber tanto el poder como las debilidades de nuestra naturaleza, antes de poder determinar lo que la razón puede hacer para controlar nuestra afectividad y que está más allá de su poder. Pero como he dicho, en esta parte sólo trataré de la debilidad humana. El poder de la razn sobóre nuestra afectividad, lo trato en la parte V.

p.18 EL DESEO QUE SURGE DEL PLACER ES RELATIVAMENTE MAS FUERTE QUE EL QUE NACE DE LA TRISTEZA. Dem.: El deseo es el ser del hombre (III. /11 sc.); al contrario, el deseo que nace de la tristeza es disminuido o estorbado por el mismo sentimiento de tristeza; luego la fuerza del deseo surgido del placer debe ser definido por nuestro poder junto con el poder de una causa externa, donde el deseo nacido de la tristeza debe ser definido por nuestro solo poder. Así, el primero es el más fuerte de los dos. qed.

sc. En estas pocas proposiciones he explicado la causa de la debilidad e inconstancia humanas, y mostrado la causa porqué los hombres no siguen los preceptos de la razn. Ahoóra queda por demostrar que es lo que la razón nos prescribe y, también, cuales estados afectivos siguen las reglas de la razón y cuales son contrarios a éstos.

Pero antes de empezar a demostrarlas en detalle por nuestro método more geomtrico usuaél, es recomendable dar aquí brevemente a conocer los mandatos de la razón, de modo que todos puedan comprender más fácilmente mi pensamiento.

La razón nunca ordena nada contrario a la naturaleza, pues la propia razón requiere que cada cual se ame a si mismo, que cada cual busque su propia ventaja--quiero indicar su verdadera ventaja--al perseguir todo lo que en verdad conduce a una mayor perfección y, absolutamente hablando, que cada cual tienda a preservar su ser, tanto como le sea posible. Esto es tan necesariamente verdadero como el todo es mayor que sus partes (III. /4). Luego la virtud no es otra cosa (d. 8) sino actuar conforme a las leyes de su propia naturaleza, y como nadie se esfuerza por preservarse (III. /7) de otro modo que según las leyes de su propia naturaleza, se sigue primero: que EL ESFUERZO POR PRESERVAR EL PROPIO SER ES EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA VIRTUD y que nuestra felicidad consiste en nuestra habilidad para preservar nuestro propio ser. En segundo lugar sigue: LA VIRTUD ES DESEABLE POR SI MISMA y que, fuera de ella, nada es más excelente o útil para nosotros, ni más deseable. En tercer lugar sigue que : QUIENES SE SUICIDAN TIENEN UNA DEBILIDAD MENTAL y son vencidos por causas externas, hostiles a su propia naturaleza.

Sigue además, de II. /po. 4 que nunca podremos librarnos de la necesidad de cosas externas en relación con nuestra preservación, de modo de hacer nuestra vida totalmente independiente de nuestro ambiente; en cuanto a nuestra mente, es obvio que nuestro intelecto sería ms iámperfecto si estuviera solo y no tuviera nada que conocer excepto nosotros mismos. De hecho hay muchas cosas en el mundo que nos son útiles y por tanto deseables. Pero entre éstos, ninguno puede compararse con aquellos que concuerdan totalmente con nuestra propia naturaleza. De hecho si dos individuos de la misma naturaleza se unen, forman un compuesto doblemente poderoso que cualquiera de ellos sólo. Por tanto, no hay nada más útil al hombre que el hombre. Nada mejor, repito, puede desear el hombre, para conservar su ser, que estar en total acuerdo, para forma entre todos, una sola mente y un solo cuerpo , y que todos juntos se esfuercen en su conservación y busquen la utilidad común.

Sigue finalmente que aquellos que son gobernados por la razón, i.e. que buscan lo til úsegn la rúazón, no desean para si otra cosa que lo que también desean para el resto de la humanidad y, así son justos, de buena fe y honrados.

Tales son los mandamientos de la razón que pretendía indicar brevemente, antes de empezar a probarlos en detalle. He tomado éste camino, con el objeto de lograr la atención de quienes piensan que nuestro principio--cada uno trata de buscar lo que le es útil--es el origen de la inmoralidad, antes que de la moralidad y la virtud. Como hemos demostrado que es todo lo contrario, continuaré con mis demostraciones por el mismo método que he seguido hasta aqu.

p.19 CADA UNO, SEGUN LAS LEYES DE SU PROPIA NATURALEZA, DESEA NECESARIAMENTE LO QUE LE PARECE BUENO, Y EVITA LO QUE CONSIDERA MALO. Dem.: el conocimiento del bien y del mal es (p. 8) sólo un sentimiento de alegría o tristeza, en la medida que estamos consciente de ello; por tanto (III. /28) cada cual necesariamente desea lo que considera bueno y evita lo que le parece malo. Este deseo no es otra cosa que el propio ser o naturaleza (III. /9 sc. & af. 1.). Por tanto, cada uno etc., qed.

p.20 MIENTRAS MAS NOS ESFORZAMOS Y PODEMOS LOGRAR LO QUE NOS ES UTIL i.e. PRESERVAR NUESTRO SER--MAS DOTADOS ESTAMOS DE VIRTUD; AL CONTRARIO, EN CUANTO OMITIMOS ESFORZARNOS POR LO UTIL i.e. PRESERVAR NUESTRO SER, SOMOS DEBILES. Dem.: la virtud es nuestro poder, que se define solamente por nuestro ser (d. 8) i.e. (III. /7) por el esfuerzo de perseverar en nuestro ser . Por tanto, mientras más nos etc., qed.

sc. Nadie, por tanto, omite procurar su propio interés, o preservar su ser, a menos que sea vencido por causas externas y hostiles a su naturaleza. Nadie, mantengo, por necesidad de su naturaleza, aborrece del alimento o se mata, a menos que sea obligado por causas externas: ésto puede suceder de muchas maneras. Alguien por ejemplo, se mata obligado por otro, que le fuerza a dirigir un arma contra su pecho; o puede ser obligado, como Séneca, por un tirano a abrirse las venas--ésto es incurrir en un mal menor para evitar uno mayor; o por último alguna causa externa oculta puede afectar la imaginacin y disponeór el cuerpo de tal modo que su naturaleza es sustituida por una nueva y contraria cuya idea no puede existir en la mente (III., 10). Pero, que alguien, por necesidad de su propia naturaleza, procure su aniquilamiento o transmutación, es tan imposible como que algo sea creado de la nada; sto étodos lo pueden comprender con un poco de reflexin.

p.21 NADIE PUEDE DESEAR SER FELIZ, ACTUAR BIEN Y VIVIR BIEN, SIN AL MISMO TIEMPO DESEAR SER, ACTUAR Y VIVIR--EN OTRAS PALABRAS SIMPLEMENTE EXISTIR. Dem.: ésto es evidente por sí, y también claro según la definición de deseo. Pues el deseo de vivir bien, felizmente o actuar bien etc., es (III. /af.1) el propio ser, i.e. (III. /7) el esfuerzo por conservarse. Luego, nadie puede etc., qed.

p.22 NO SE PUEDE CONCEBIR VIRTUD ALGUNA ANTERIOR A ESTE ESFUERZO PARA PRESERVARSE). Dem.: el esfuerzo por preservarse consiste en el ser de cada uno (III. /7) luego, si alguna virtud fuera concebible anterior a éste, el ser del individuo sería concebible anterior a s míismo, lo que es claramente absurdo. Por tanto, ninguna virtud es concebible antes de éste. qed.

cor. EL ESFUERZO PARA PRESERVARSE EN LA PRIMERA Y UNICA BASE DE LA VIRTUD. Pues, antes de este principio nada es concebible (p. 22) y sin él ninguna virtud es concebible (p. 21).

p.23 NO SE PUEDE DECIR QUE ACTUEMOS MEDIANTE LA VIRTUD, AL SER DETERMINADOS A LLEVAR A CABO ALGUNA COSA A CAUSA DE IDEAS INADECUADAS, SINO SOLO EN CUANTO LO LLEVAMOS A CABO DEBIDO A UN CONOCIMIENTO. Dem. en cuanto somos determinados a hacer algo debido a ideas inadecuadas, padecemos (III. /1) i.e. (III /d. 1 / 2) hacemos algo que no puede explicarse sólo mediante nuestro ser, ésto es (III /d. 8) que no sigue de nuestra virtud. Pero, en cuanto somos determinados a ello debido a nuestro conocimiento, somos activos i.e. hacemos algo que es concebible mediante nuestro solo ser, o que sigue adecuadamente de nuestra virtud. Luego, no se puede decir etc. qed.

p.24 ACTUAR ABSOLUTAMENTE DEBIDO A LA VIRTUD, NO ES OTRA COSA SINO ACTUAR, VIVIR Y PRESERVAR NUESTRO SER (ESTAS TRES COSAS SON IDENTICAS) GUIADOS POR LA RAZON Y SOBRE LA BASE DE LA BUSQUEDA DE NUESTRO PROPIO INTERES. Dem.: actuar absolutamente debido a la virtud, no es sino (d. 8) actuar según las leyes de nuestra naturaleza. Pero actuamos sólo en cuanto conocemos (III. /3); luego, (cor. /p. 22) actuar absolutamente etc., qed.

p.25 NADIE DESEA PRESERVAR SU SER DEBIDO A OTRA COSA (U OTRA PERSONA). Dem.: el esfuerzo por el cual todo trata de persistir en su ser es definido sólo por el ser mismo de la cosa (III. /7); de ésto solamente, y no del ser de otra cosa, se sigue necesariamente (III. /6) que cada cual procura preservar su propio ser. Pero esta proposición es clara de cor. /p. 22; pues si alguien procurara preservarse por causa de otra cosa, esa cosa tendría que ser la base de su virtud, lo que es absurdo. qed.

p.26 TODO LO QUE BUSCAMOS MEDIANTE LA RAZON ES CONOCER Y, EN LA MEDIDA QUE HACEMOS USO DE LA RAZON, NO JUZGAMOS NADA COMO UTIL PARA NOSOTROS, SINO EN CUANTO CONDUCE AL CONOCIMIENTO. Dem.: el esfuerzo mediante el cual cada cual procura persistir en su ser no es otra cosa que el ser actual de cada uno (III. /7) y en cuanto existe, es también la fuerza para continuar en existencia (III. /6) y para hacer aquellas cosas que siguen necesariamente de su naturaleza dada (cf. III. /9 sc. para la definición de instinto). Pero la razón como tal no es sino nuestra mente en la medida que conocemos clara y distintamente (cf. su definición en II. /40 sc. 2). Luego, lo que buscamos mediante la razón no es sino el conocimiento. Por otra parte, como este esfuerzo mental nuestro (mediante el cual tratamos racionalmente de preservar nuestro ser) no es sino conocimiento, este esfuerzo por conocer (cor. /p. 22) es la primera y única base de la virtud. Además, nuestro esfuerzo por conocer las cosas no tiene en consideración un objetivo final (p. 25), pues en la medida que somos racionales (pensamos lógicamente) encontramos buenas sólo las cosas que llevan al conocimiento (d. 1). qed.

p.27 SABEMOS CON CERTEZA QUE UNA COSA ES BUENA SOLO SI NOS CONDUCE AL CONOCIMIENTO, Y QUE ES MALA SOLO SI NOS IMPIDE EL CONOCIMIENTO. Dem.: en cuanto pensamos lógicamente (racionalmente) procuramos solamente conocer y no consideramos nada como útil sino lo que conduce al conocimiento (p. 26). Pero, no podemos tener certeza alguna (II. /41 & 43 + sc.) excepto en cuanto tenemos ideas adecuadas i.e. (II. /40 sc.) en la medida que razonamos. qed.

p.28 NUESTRO MAYOR BIEN ES EL CONOCIMIENTO DE DIOS, Y NUESTRA MAYOR VIRTUD ES CONOCER A DIOS. Dem.: lo más elevado que podemos conocer es Dios, i.e. (I. /d. 6) el ser absolutamente infinito, sin el cual (I. /15) una cosa no es posible ni concebible. Luego, lo más útil o el mayor bien (d. 1) es nuestro conocimiento de Dios. Por otra parte somos activos solo en cuanto conocemos (III. /1 & 3) y sólo en esta medida se puede decir que actuamos motivados por la virtud (p. 23).La sola virtud de la mente es conocer. Como hemos demostrado, lo más elevado que podemos conocer es Dios; luego, nuestra mayor virtud es conocer (intelectualmente) a Dios. qed.

p.29 UNA COSA PARTICULAR QUE, POR NATURALEZA, ES TOTALMENTE DIFERENTE DE NOSOTROS, NO PUEDE NI SECUNDAR NI REDUCIR NUESTRO PODER Y, EN TERMINOS ABSOLUTOS, NADA PUEDE HACERNOS EL BIEN NI DAñARNOS, SI NO TIENE ALGO EN COMUN CON NOSOTROS. Dem.: el poder de cualquier cosa particular, y por tanto nuestro poder, mediante el cual existimos y operamos (II. /10 cor.) sólo puede ser limitado por otra cosa particular (I. /28) cuya naturaleza (II. /6) pueda ser concebida mediante el mismo atributo por el cual es explicada nuestra naturaleza. Luego nuestro poder, de cualquier modo que sea explicado, puede ser determinado y por tanto secundado o reducido, por el poder de otra cosa particular que tenga algo en común con nosotros, pero no por el poder de algo totalmente diferente de nosotros; y dado que llamamos bueno o malo aquello que causa felicidad o tristeza (p. 8) i.e. (III. /11 sc.) que aumenta o disminuye, secunda o reduce nuestro poder, entonces, una cosa particular que etc., qed.

p.30 NO PUEDE NINGUNA COSA SER MALA POR LO QUE TIENE EN COMUN CON NUESTRA NATURALEZA, SINO EN CUANTO ES MALA PARA NOSOTROS, DEBE SER CONTRARIA A NUESTRA NATURALEZA. Dem.: llamamos mala una cosa cuando nos causa tristeza (p. 8) i.e. (III. /11 sc. ) cuando disminuye o reduce nuestro poder. Luego, si algo es malo para nosotros por aquello que tiene en común con nuestra naturaleza, también podría disminuir o reducir lo que tiene en comn con nueústra naturaleza, lo cual es evidentemente (III. /4) absurdo. qed.

p.31 EN LA MEDIDA QUE UNA COSA CONCUERDA CON NUESTRA NATURALEZA, NECESARIAMENTE ES BUENA. Dem.: en cuanto una cosa concuerda con nuestra naturaleza, no puede ser mala (p. 3o), luego necesariamente será o buena o indiferente. Si la suponemos ni buena ni mala, de su naturaleza no seguirá nada (d. 1) útil para nuestra preservación, ni (por la hipótesis) para preservar su propia naturaleza; pero ésto (III. /6) es absurdo. qed.

cor. MIENTRAS MAS CONCUERDA UNA COSA CON NUESTRA NATURALEZA, EN MAYOR MEDIDA ES BUENA O UTIL PARA NOSOTROS, Y VICE VERSA, MIENTRAS MAS UTIL ES MAS CONCUERDA CON NUESTRA NATURALEZA. Pues, en cuanto no concuerde con nuestra naturaleza, necesariamente será diferente o contraria a nosotros. Si diferente, no puede ser ni buena ni mala (p. 29); si contraria, ser tamábién contraria a lo que tenga en común con nuestra naturaleza, i.e. contraria a lo que es bueno, y por tanto mala. Luego, nada puede ser bueno, excepto en cuanto concuerde con nuestra naturaleza. Por tanto, mientras más concuerda etc., qed.

p.32 EN LA MEDIDA QUE LOS HOMBRES SON DOMINADOS POR LA AFECTIVIDAD, NO PUEDE DECIRSE QUE ESTAN ACORDES CON SU NATURALEZA. Dem.: las cosas que se dice están acordes según su naturaleza, lo están en su fuerza, no en su debilidad o negación (III. /7), y por tanto (III. /3 sc.) tampoco en su pasividad. Luego, en la medida etc., qed.

sc. Esto es evidente por si mismo; pues, si decimos que el blanco y el negro slo cóoncuerdan en que no son rojos, estamos afirmando absolutamente que no concuerdan en ningn aspeúcto. También, si alguien dice que un hombre y una piedra sólo concuerdan en que ambos son finitos y débiles, y que no existen por necesidad de su naturaleza, o finalmente, que ambos son infinitamente sobrepasados por la fuerza de las causas externas-- simplemente afirma que el hombre y la piedra no tienen nada de parecido; por tanto, cosas que concuerdan sólo en negaciones, o en cualidades de las que ambas carecen, no concuerdan en absoluto.

p.33 LOS HOMBRES PUEDEN DIFERENCIARSE EN NATURALEZA, EN CUANTO SON AGITADOS POR ESTADOS AFECTIVOS QUE PADECEN, EN LA MISMA MEDIDA SON INESTABLES Y CAPRICHOSOS. Dem.: la naturaleza de la afectividad no puede ser explicada solamente mediante nuestra naturaleza (III. /d. 1 & 2) sino debe definirse por el poder i.e. (III. /7) por la naturaleza de las causas externas en combinación con la nuestra. De ésto sigue que hay tantas clases de cada estado afectivo como hay objetos externos que puedan afectarnos (III. /56) y los hombres pueden ser afectados en forma distinta por uno y el mismo objeto (III. /51) y en éste sentido pueden diferenciarse en naturaleza; finalmente, una misma persona puede ser afectada en forma distinta con respecto al mismo objeto, y por tanto, ser inestable y caprichosa. qed.

p.34 EN LA MEDIDA QUE LOS HOMBRES SON AGITADOS POR ESTADOS AFECTIVOS QUE PADECEN, PUEDEN SER CONTRARIOS LOS UNOS A LOS OTROS. Dem.: por ejemplo, Pedro, puede ser causa del odio de Pablo, por cuanto él (Pedro) tiene en su poder una cosa similar algo que Pablo odia (III. /16), o por cuanto Pedro tiene la sola posesión de algo que Pablo también ama (III. /32 + sc.) o por otras razones--las más importantes de las cuales son enumeradas en III. /55 sc. Por tanto puede suceder que Pablo también odie a Pedro (III. /af. 7), luego puede fácilmente suceder que Pedro odie a Pablo, a su vez, y que ambos traten de perjudicarse mutuamente (III >/39) i.e. (p. 30) que sean contrarios entre sí. Pero un sentimiento de odio o tristeza siempre es un padecimiento (III. /59); luego, en la medida que los hombres etc.,qed.

sc. He dicho que Pablo puede odiar a Pedro por cuanto imagina que Pedro posee algo que l é(Pablo) tambien ama; de ésto se podría deducir que estos dos hombres, a pesar de amar ambos el mismo objeto, y así debido a un acuerdo de sus naturalezas, están ipso facto en oposición; sí ésto fuera así las p. 30 y p. 31 serían falsas. Pero si prestamos atención sin prejuicios al asunto, veremos que todo es consistente. Los dos hombres no están en oposición mediante una concordancia de sus naturalezas i.e. debido a que ambos aman el mismo objeto, sino sólo en cuanto difieren entre sí. Si bien, ambos aman el mismo objeto, el amor de cada uno es aumentado por ésto (III. /31) i.e. (III. /af. 6) el placer de cada uno es promovido por ésto. Así, está lejos de ser cierto que están en oposición en cuanto aman el mismo objeto y concuerdan en su naturaleza. La causa de su oposición está solamente en el hecho que difieren. Pues si consideramos que Pedro tiene la idea del objeto amado como en su posesión, mientras Pablo tiene la idea del objeto amado como algo perdido. Luego, uno de ellos se regocijará y el otro estará triste, y estarán en oposicin entre s&iacutóe;. Podemos fácilmente demostrar en igual forma que todos los casos de odio dependen solamente en diferencias y no en concordancias de naturaleza.

p.35 SOLO EN CUANTO VIVAN GUIADOS POR LA RAZON, LOS HOMBRES CONCUERDAN SIEMPRE EN NATURALEZA. Dem.: en cuanto los hombres son agitados por estados afectivos que son padecimientos, pueden diferir en naturaleza (P. 33) y estar en oposición. Pero se dice que somos activos solamente en cuanto vivimos bajo el gobierno de la razón (III. /3); luego todo lo que sigue de nuestra naturaleza en cuanto ésta es definida por la razón (III. /d. 2) debe ser concebido solamente por nuestra naturaleza humana como causa próxima. Pero dado que por las leyes de su naturaleza cada uno desea lo que le parece bueno, y evita lo que considera malo, (p. 19), y además, dado que lo que consideramos bueno o malo según la dirección de la razón, es necesariamente bueno o malo (II. /41), se sigue que los hombres, en cuanto viven guiados por la razón, necesariamente hacen aquello que es bueno para ellos como seres humanos, y así bueno para cada persona (cor. /p. 31), i.e. lo que concuerda con la naturaleza de cada cual. Luego, sólo en cuanto etc., qed.

cor. 1NADA EN EL MUNDO PUEDE SERNOS MAS UTIL QUE UN HOMBRE QUE VIVA BAJO EL GOBIERNO DE LA RAZON. Pues, aquello que es más útil a nosotros es lo que más concuerda con nuestra naturaleza (cor. /p. 31) i.e. como es obvio, un ser humano. Pero un hombre actúa absolutamente en conformidad con las leyes de su naturaleza cuando vive bajo el gobierno de la razón (III. /d. 2) y sólo en ésta medida está siempre y necesariamente concordando con la naturaleza de otro. Luego, nada en el mundo etc.,qed.

cor.2 DONDE CADA CUAL PROCURA AL MAXIMO SU PROPIO INTERES, ALLI LOS HOMBRES SON MAS UTILES ENTRE SI. Pues, mientras más cada cual procura su propio interés y trata de preservarse, más es virtuoso (p. 20) i.e. (d. 8) y en mayor medida puede actuar conforme a la ley de su propia naturaleza, i.e. vivir en conformidad con la razón (p. 35); luego, donde cada cual etc., qed.

sc. Lo que acabamos de demostrar está tan comprobado por la experiencia, que casi todos dicen: " el hombre es un Dios para el hombre." Sin embargo, no sucede a menudo que los hombres vivan guiados por la razón, pues las cosas son, entre nosotros, de tal modo que los hombres son generalmente envidiosos y motivo de dificultades entre sí. Sin embargo, los hombres difícilmente pueden llevar una vida solitaria, de modo que la definición del hombre como un animal social ha encontrado aprobación general; de hecho, los hombres derivan de la vida social mucha más satisfacción que perjuicio. Dejemos que los satíricos se rían de las acciones humanas, que los teólogos expresen su aborrecimiento y que los maniáticos alaben la vida rústica, sin barreras, y expresen su desprecio por los hombres y su alabanza a los animales--una vez todo dicho, se darán cuenta que los hombres pueden satisfacer sus necesidades mucho más fácilmente mediante la ayuda mutua y que sólo uniendo su fuerza, pueden escapar de los peligros que los acechan por todos lados. Además de cuan excelente y digno de nuestro conocimiento es el estudio del comportamiento humano, que la conducta de las bestias. Pero este tema lo trataré más latamente en otro lugar.

p.36 EL BIEN SUPREMO DE QUIENES SIGUEN LA VIRTUD ES COMUN A TODOS, Y TODOS PUEDEN GOZAR IGUALMENTE DE EL. Dem.: actuar según la virtud es actuar dirigido por la razn (p. 24)ó y todo lo que procuramos bajo su guía es conocer (p. 26); luego (P. 28) para quienes siguen la virtud, el mayor bien es el conocimiento de Dios; i.e. (II. /47 + sc.) un bien que es comn a todúos y que puede ser poseído por todos los seres humanos igualmente, en cuanto son de la misma naturaleza. Luego, el bien supremo etc., qed.

sc. Alguien puede preguntar ¿cómo sería si el mayor bien de quienes siguen la virtud, no fuera común a todos? En ése caso ¿no seguiría de p. 34 que los seres humanos que viven regidos por la razón, i.e. (p. 35) en cuanto concuerdan en naturaleza son contrarios entre s? Aí semejante interrogante mi respuesta es: no es por simple coincidencia sino por la naturaleza misma de la razón que el mayor bien del hombre es común a todos, en cuanto sigue del mismo ser del hombre, definido por la razón; y dado que el hombre no es posible ni concebible sin la habilidad para regocijarse en éste mayor bien. Pues, pertenece al ser de nuestra mente (II. /47) el tener un conocimiento adecuado del ser infinito y eterno de Dios.

p.37 EL BIEN QUE PROCURA PARA SI QUIEN SIGUE LA VIRTUD, TAMBIEN LA DESEARA PARA LOS DEMAS HOMBRES Y EN MAYOR GRADO EN CUANTO MAYOR SEA SU CONOCIMIENTO (ESPIRITA) DE DIOS. Dem.: Los hombres, en cuanto viven guiados por la razón, son lo más útil para el hombre (cor. 1/p. 35); luego (p. 19) tratan de lograr que también otros vivan guiados por la razón. Pero el bien que un seguidor de la virtud (p. 24) procura para sí, es el conocimiento (p. 26) y as taímbién lo deseará para otros. Por otra parte, en cuanto referido a la mente, el deseo es su propio ser (III. /af. 1); si el ser de nuestra mente consiste en el conocimiento (II: /11) ésto implica el conocimiento espirita de Dios (II. /47), sin el cual (I. /15) no es posible ni concebible. Luego, el bien que procura etc., qed.

Otra dem.: El bien que alguno desea para sí y ama, loamará con mayor constancia si ve que otros lo aman también (II. /31); por tanto, procurará que otros lo amen también; y como el bien en cuestión es común a todos los hombres, y como todos pueden regocijarse en él, tratará, por esta misma razón de lograr que todos se regocijen en l, éy en mayor medida (III. /37) en cuanto su propio goce del bien es mayor. qed.

sc.1 El hombre, que por mera afectividad, intenta que otros amen lo que él ama, y trata de lograr que el resto del mundo viva según su capricho, actúa slo por iómpulso y provoca odio, especialmente en aquellos que se deleitan con algo diferente y , tambin por impuléso, tratan de hacer que los demás vivan según su capricho. Por otra parte el mayor bien buscado por la afección, es a menuda tal que sólo puede ser poseído por una persona, de ésto sigue que quienes lo aman no están seguros de si mismos y mientras alaban la perfección de la cosa amada, temen no ser creídos.

Por el contrario, quien se esfuerza por conducir a los hombres mediante la razón, no acta por impúulso, sino con cortesía y bondad, y tiene una confianza absoluta. Luego, lo que hacemos y deseamos espontáneamente, en cuanto tenemos el conocimiento espirita y la idea de Dios, lo llamo Fe. El deseo de hacer el bien, debido al hecho de vivir según la razón, llamo Devoción. Además el deseo por el cual quien vive guiado por la razón trata de asociarse con otros en amistades, lo llamo Honradez. Por honradez entiendo aquello loado por quienes viven según la razón, y por Deshonesto aquello que impide el establecimiento de la amistad.

Además, he mostrado los fundamentos del Estado. En cuanto a la diferencia entre la verdadera virtud y la impotencia, ésta se puede fácilmente establecer de lo dicho hasta ac; o seáa, que : la verdadera virtud no es otra cosa que el vivir exclusivamente bajo la dirección de la razón; mientras la impotencia no es sino la pasividad por la cual los hombres son llevados por las causas externas y determinados por stas éa operar según las circunstancias, antes que según las necesidades de la propia naturaleza. Estos son los puntos que pretendía probar en p. 18, de donde queda claro que la ley contra la matanza de animales está basada en vana supersticin y afeminadóa misericordia, antes que en la sana razón. De hecho la búsqueda racional de nuestro interés nos enseña la necesidad de asociarnos con nuestros semejantes, pero no con bestias o cosas cuya naturaleza es diferente de la nuestra; tenemos sobre ellos los mismos derechos que ellos sobre nosotros, o más bien, como el derecho de cada cual es definido por su virtud o poder, los hombres tienen más derecho sobre las bestias que stos sobre élos hombres. Sin embargo, no niego que los animales tienen sentimientos: lo que niego es que no podamos consultar nuestros intereses y emplearlos como nos convenga y tratarlos como mejor nos parezca; pues su naturaleza no concuerda con la nuestra, y su afectividad es distinta por naturaleza de la afectividad humana (III. /57 sc.). Me resta explicar lo que entiendo por justo e injusto, por falta y mérito. Al respecto consultar el siguiente escolio.

sc.2 En el Apéndice de la parte Iª. tratamos de explicar la alabanza y la censura, el mérito y la falta, justicia e injusticia. Sobre alabanza y censura me referí en III. /29 sc. Ha llegado el momento de tratar de los términos restantes. Pero, antes, debo expresar algunas palabras sobre el estado natural del hombre y el estado civil del hombre.

Todos existimos por los derechos soberanos de la Naturaleza y, por tanto, por el derecho soberano de la Naturaleza efectuamos aquellas acciones que siguen de la necesidad de nuestra naturaleza. Por tanto, según el derecho soberano de la Naturaleza cada cual juzga lo que es bueno y lo que es malo, procura su propio interés, según su propia imaginación (p. 19 & 20), venga los males que se le inflijan (III. /40 cor. 2) y trata de preservar lo que ama, y destruir lo que odia (III. /28). Bien, si los hombres viviesen bajo el imperio de la razón, cada cual permanecería dentro de su derecho, sin perjudicar a su vecino (cor. 1/p. 35). Pero, como son agitados por pasiones que sobrepasan el poder y virtud humanos (p. 6), los hombres a menudo son impulsados en direcciones opuestas (p. 33) y con contrarios entre s (p. 3í4), an cúuando necesitan de su mutuo apoyo(sc. /p. 35).

Con el objeto, de que los hombres puedan vivir juntos en concordia, y se ayuden mutuamente, es necesario que renuncien a parte de su derecho natural y considerando su seguridad, no lleven a cabo acciones que puedan perjudicar a sus semejantes. Como puede suceder, que los hombres que necesariamente son agitados por las pasiones (cor. /p. 4) e inestables y caprichosos, puedan brindarse seguridad y sentir confianza mutua, ésto se hace evidente de p. 7 y de III. /39. Hemos demostrado allí que un estado afectivo puede ser controlado solamente por otro estado afectivo, más fuerte y contrario, y que los hombres evitan infligir perjuicios mediante el temor a incurrir en un perjuicio mayor para ellos. Sobre esta base la sociedad puede establecerse, en cuanto mantenga en su mano el derecho poseído por todos, de vengar las injurias y previo que tenga el poder para imponer reglas generales de conducta, y de pasar leyes sancionadas--no por la razón, que no puede controlar la afectividad (sc. /p. 17)--sino por amenazas. Semejante sociedad, establecida con leyes y el poder de mantenerse a s misma, síe llama Estado, y quienes viven bajo su proteccin se llaman <óU>ciudadanos. Podemos entender bien que en el estado natural no hay nada que por consenso universal se llame bueno o malo; pues en el estado natural cada cual tiene presente sólo su interés, y pensando en ésto, y según sus propios pensamientos, decide que es bueno o malo, y no está atado a ninguna ley excepto la propia.

En el estado natural, por tanto, el delito es inconcebible; el delito sólo puede existir en el estado civil, donde el bien y el mal son pronunciados pro consenso, y donde cada uno est obláigado a obedecer al Estado. Delito, entonces, no es otra cosa que la desobediencia, que es castigada por la ley del Estado. La obediencia, por otra parte, es considerada como un Mérito del ciudadano, en cuanto es considerado meritorio, si se complace en las ventajas proporcionadas por el Estado. En los términos del estado natural nadie es por acuerdo común, dueño de nada, ni hay en la Naturaleza nada que pueda considerarse perteneciente a una persona antes que a otra: en el estado natural todas las cosas son comunes. Luego, en el estado natural es inconcebible dar a cada cual lo suyo, o privar a alguien de lo que le pertenece; en otras palabras, no hay nada en el estado natural correspondiente a justicia o injusticia. Estos conceptos son posibles sólo en el estado social o civil, donde es decretado por consenso lo que pertenece a cada uno. De todas estas consideraciones es evidente que justicia e injusticia, falta y mérito, son ideas extrínsicas y no corresponden a ningún atributo que explique la naturaleza de la mente humana. Creo haber dicho suficiente al respecto.

p.38 LO QUE HACE AL CUERPO HUMANO CAPAZ DE SER AFECTADO DE MUCHAS MANERAS, O DE AFECTAR DE MUCHAS MANERAS LOS CUERPOS EXTERNOS, ES UTIL AL HOMBRE--Y LO ES EN LA PROPORCION QUE AUMENTA NUESTRA CAPACIDAD FISICA; AL CONTRARIO, ES PERJUDICIAL A NOSOTROS AQUELLO QUE REDUCE NUESTRA CAPACIDAD FISICA. Dem.: mientras más apto el cuerpo, más apta la mente para la percepción (II. /14); así, lo que hace al cuerpo humano más apto, es necesariamente bueno y útil (p. 26 &27) y lo es en la proporción que aumenta nuestra capacidad física; al contrario (ibíd) es nocivo lo que disminuye la capacidad del cuerpo. Luego, lo que hace al etc.,qed

p.39 LO QUE HACE QUE SE CONSERVE LA PROPORCION BASICA DE MOVIMIENTO Y REPOSO ENTRE LAS PARTES DEL CUERPO HUMANO, ES BUENO; AL CONTRARIO ES MALO LO QUE LA ALTERA. Dem.: Nuestro cuerpo necesita de muchos cuerpos para su preservación (II. /po. 4). Pero lo que constituye la especificidad del cuerpo, consiste en el hecho que sus partes se comunican sus movimientos en una proporción determinada (II. /13 def. /lem 3),. Luego, lo que preserva las proporciones básicas de movimiento y reposo entre las partes del cuerpo, que preserva la naturaleza específica del cuerpo y, por tanto, lo hace capaz de afectarse de muchas maneras y de afectar de muchas maneras los cuerpos externos, es bueno (p. 38). Por otra parte lo que altera dicha proporción, causa que el cuerpo (II. /13 def. /lem. 3) altere su naturaleza específica i.e. que se destruya o sea incapaz de afectarse de muchas formas; luego es malo. qed.

sc. Hasta que punto esta influencia puede ser buena o mala para nuestra mente, ser expálicado en parte V. Pero anotemos aquí que un cuerpo está muriendo cuando la proporción básica de movimiento y reposo entre sus partes sufre una alteración. Pues no me atrevo a negar, que mientras se mantiene la circulación de la sangre y otras propiedades que se consideran características de la vida, un cuerpo humano puede, sin embargo, cambiar en otra naturaleza, totalmente diferente de la propia. No hay razón, de hecho, que me obligue a creer que un cuerpo no muere, a menos que se convierta en cadáver; la experiencia sugiere lo opuesto. De hecho a veces sucede que una persona sufre tales cambios que a penas se le puede considerar el mismo. He sabido de cierto poeta español (¿Góngora?) quien sufrió dicha afección, y si bien se recuperó, permaneció tan olvidado de su vida pasada que no podía creer que sus obras y tragedias habían sido escritas por él; en verdad, podría haber sido tomado por un niño adulto, si tambin hubieése olvidado su lengua. Si ésto parece increíble, ¿qué podemos decir de los niños pequeños? Un hombre maduro considera su naturaleza tan diferente de la propia, que sólo por la analogía de otras personas se puede convencer que una vez fue nio. Peñro prefiero dejar estos temas sin discusión, para no dar pie a los supersticiosos para nuevas interrogantes.

p.40 TODO LO QUE CONDUCE A LOS HOMBRES A LA UNIDAD SOCIAL O QUE VIVAN JUNTOS EN CONCORDIA ES UTIL, EN CAMBIO ES MALO TODO LO QUE TRAE DISCORDIA AL ESTADO. Dem.: todo lo que causa que la gente viva unida en concordia, también causa que vivan bajo la dirección de la razón (p. 35) y por tanto (p. 26 & 27) bueno. Luego, todo lo que conduce etc., qed.

p.41 EL GOZO NO ES NUNCA MALO DIRECTAMENTE SINO BUENO, DONDE LA TRISTEZA ES MALA DIRECTAMENTE. Dem.: el gozo (III. /11 sc.) es un sentimiento por el cual el poder de nuestro cuerpo es aumentado o promovido; la tristeza es un sentimiento por el cual el poder de nuestro cuerpo es disminuido o estorbado; luego (p. 38) el gozo no es nunca malo etc.,qed.

p.42 LA ALEGRIA NO PUEDE SER NUNCA EXCESIVA SINO SIEMPRE ES BUENA, DONDE LA AFLICCION ES SIEMPRE MALA. Dem.: la alegría (III. /11 sc.) es gozo que, en cuanto se relaciona con el cuerpo, afecta por igual todas sus partes; así el poder del cuerpo es aumentado o secundado en tal forma que las partes mantienen su razón específica de movimiento y reposo; luego, la alegría es siempre buena (p. 39) y no puede ser excesiva. En cambio la aflicción (III. /11 sc.) es tristeza que, relacionada con el cuerpo, consiste en una disminución o estorbo del poder del cuerpo y, así (p. 38) es siempre mala. qed.

p.43 EL PLACER PUEDE SER EXCESIVO Y MALO, MIENTRAS EL DOLOR PUEDE SER BUENO EN LA MEDIDA QUE LA ALEGRIA ES MALA. Dem.: el placer es alegría, que en cuanto relacionada con el cuerpo, hace que una o varias de sus partes sean más afectadas que el resto (III. /11 sc.); la fuerza de este sentimiento puede ser tal que sobrepase otras actividades del cuerpo (p. 6) y continúe obstinadamente persistente, así dejando el cuerpo incapaz de ser afectado en muchas otras maneras; por tanto (p. 38) puede ser malo. Por otra parte, el dolor que es tristeza, no puede, como tal, ser bueno (p. 41). Pero, como su fuerza e incremento son definidos por el poder de una causa externa en combinación con el nuestro (p. 5), podemos concebir infinitos grados y modos en la fuerza de este sentimiento (p. 3) y por tanto concebirlo como capaz de controlar el placer, e impedir que se torne excesivo; así, en este sentido, como secundando el poder del cuerpo, y por tanto bueno. qed.

p.44 EL AMOR Y EL DESEO PUEDEN SER EXCESIVOS. Dem.: el amor es alegría acompaada por lañ idea de una causa externa (III. /af. 6); luego, el placer acompañado por la idea de una causa externa es un tipo de amor y, así, puede ser excesivo. Por otra parte, la fuerza del deseo varía en proporción al sentimiento del cual surge (III. /37). El sentimiento puede sobrepasar todo el resto de nuestras actividades (p. 6); también el deseo surgido de semejante sentimiento puede sobrepasar todos los otros deseos y ser excesivo, como demostramos (p. 43) con respecto al placer, qed.

sc. La alegría, que he dicho es buena, es fácilmente imaginada pero raramente encontrada o experimentada. Pues los sentimientos por los que somos agitados comúnmente, se refieren generalmente a una parte del cuerpo, más afectada que el resto; luego nuestros sentimientos son generalmente excesivos y hacen que la mente se fije en la contemplación de un objeto, de manera que no puede pensar en otros; si bien los hombres, por regla general, son agitados por muchas emociones--muy pocos son los afectados siempre por la misma--sin embargo hay casos donde un solo estado afectivo permanece obstinadamente fijo. A veces vemos una persona tan absorta en un objeto que, aún cuando no esté presente, le parece tenerlo ante sí; cuando ésto sucede a uno que no está durmiendo, decimos que o delira o está loco; ni son considerados menos locos y objeto del ridículo, aquellos inflamados por el amor y que sueñan día y noche slo con sóu amada o amante. Pero cuando un avaro piensa sólo en ganancia y dinero, o cuando un ambicioso piensa solamente en la gloria, no se les considera locos, pues son generalmente insoportables y considerados dignos de odio. Pero, en verdad, la avaricia, la lujuria, la ambición etc, son tipos de locura, si bien no sean consideradas entre las enfermedades.

p.45 EL ODIO NO PUEDE SER NUNCA BUENO. Dem.: cuando odiamos a alguien, tratamos de destruírlo (III. /39), i.e. (37) tratamos de hacer algo malo. Luego, el odio no puede ser nunca bueno. qed.

sc.1 En esta parte y a continuación, entiendo por odio sólo aquel contra los seres humanos.

cor.1 LA ENVIDIA, LA BURLA, EL DESPRECIO, LA IRA, LA VENGANZA, Y OTROS ESTADOS AFECTIVOS ATRIBUIBLES AL ODIO O SURGIDOS DE ESTE, SON TODOS MALOS. Evidente de III. /39 y p. 37.

cor. 2TODO LO QUE DESEAMOS SURGIDO DEL ODIO ES INFAME E INJUSTO EN EL ESTADO. Esto también es evidente de III. /39 & p. 37).

sc.2 Entre la burla, que he declarado mala y la risa reconozco una gran diferencia. La risa, como la hilaridad, no es sino placer; por tanto, mientras no sea excesiva, es buena de por sí (p. 41). De hecho, sólo una triste y miserable superstición puede prohibir la alegría. Pues ¿Cómo puede ser mejor saciar el hambre y la sed que alejar la melancolía? Al respecto, mi razonamiento y convicción son como sigue: ninguna deidad, ni persona alguna, excepto los envidiosos, pueden complacerse en mi debilidad y problemas, ni considerar como virtud las lágrimas, sollozos, temores y cosas semejantes, las que caracterizan a un pusilánime. Al contrario, mientras más felicidad experimentemos, mayor es la perfección a la cual alcanzamos, i.e. en mayor grado necesariamente participamos de la naturaleza divina.

El hacer uso de las cosas, por tanto, disfrutarlas tanto como sea posible ( no hasta el hasto, puesí eso no sería ya disfrute) es propio del sabio. Digo que es propio del sabio el deleitarse con alimentos y bebidas en forma moderada, también con las fragancias y la suave belleza de las plantas, con los vestidos, música, deportes, teatro y cosas semejantes, tales que todos pueden disfrutarlas sin perjuicios para los vecinos. Nuestro cuerpo se compone de muchas partes, de diversa naturaleza, todas las cuales necesitan de una alimentación nueva y variada, de forma que el cuerpo como un todo sea capaz de realizar todo lo que sigue de la necesidad de su propia naturaleza y, por tanto, que nuestra mente sea también capaz de conocer muchas cosas simultáneamente.

Esta forma de vida concuerda mejor, no sólo con nuestros principios, sino también con la práctica general. Por tanto, ésta es la mejor de todas y debe ser recomendada desde todo punto de vista. No es necesario que me extienda más sobre el tema.

p.46 QUIEN VIVE GUIADO POR LA RAZON TRATA EN CUANTO LE ES POSIBLE, PAGAR CON AMOR O GENEROSIDAD EL ODIO, IRA, DESPRECIO, ETC. QUE OTROS MANIFIESTAN HACIA EL. Dem.: todos los sentimientos de odio son malos (cor. /p. 45); luego, el que vive dirigido por la razón trata por todos los medios de evitar ser agitado por dichos sentimientos (p. 19); por tanto, tratar de eviátar que otros hombres sean agitados así (p. 37). Pero el odio aumenta al ser retribuido, y puede ser vencido por el amor (III. /43), de modo que se convierta en amor (III. /44)> Luego, quien vive etc. qed.

sc. Quien procura vengar los agravios con odio con seguridad vive miserablemente. El que trata de vencer el odio con amor, combate con alegría y confianza. Puede resistir a varios tan fácilmente como a uno, y le hace muy poca falta la ayuda de la fortuna. Aquellos a quienes vence ceden con alegría, no por un fracaso, sino mediante un aumento en su propio poder; todo ésto se deduce tan fácilmente de la definición misma del amor y del entendimiento, que no es necesario demostrarlo en detalle.

p.47 LA ESPERANZA Y EL TEMOR, COMO TALES, NO PUEDEN SER BUENAS. Dem.: la esperanza y el temor no pueden existir sin tristeza. Pues, el temor es tristeza (III. /af. 13) y la esperanza (III. /af. 12 & 13) no puede existir sin temor; por tanto (p. 41) estos sentimientos no puedes ser buenos, sino sólo en cuanto limitan un gozo excesivo (p. 43); qed.

sc.Se puede agregar que estos sentimientos demuestran debilidad de la mente y falta de conocimiento. Por la misma razón, la confianza, desesperación, exaltación y remordimiento son señales de pusilanimidad. Pues, si bien la confianza y la exaltación son sentimientos felices, sin embargo implican una tristeza anterior, i.e. esperanza y temor. Luego, mientras más procuremos ser guiados por la razón, menos dependeremos de la esperanza; trataremos de liberarnos del temor y, en lo posible, de dominar a la fortuna y dirigir nuestras acciones por el seguro consejo de la razón.

p.48 LA SOBRESTIMACION Y EL MENOSPRECIO SON SIEMPRE MALOS. Dem.: éstos sentimientos (III. /af. 21 & 22) son repugnantes a la razón y por tanto malos (p. 26 & 27) qed.

p.49 LA SOBRESTIMACION FACILMENTE CONVIERTE EN ORGULLOSO A QUIEN ES SOBRESTIMADO. Dem.: si vemos que alguien debido al amor nos considera más de lo justo, es probable que nos vanagloriemos (III. /41) o nos embargue la satisfacción (III. /af. 30); el bien que escuchamos decir con respecto a nosotros, lo creemos fácilmente (III. /25) y por tanto, por causa del amor nos consideraremos en más de lo justo i.e. nos enorgulleceremos. qed.

p.50 LA COMPASION, COMO TAL, ES MALA E INUTIL PARA QUIEN VIVE GUIADO POR LA RAZON. Dem.: la compasión (III. /af. 18) es tristeza y por lo tanto (p. 41) es mala de por sí. El buen efecto de ella, o sea nuestros esfuerzos por librar de la miseria a quienes conmiseramos (III. /27 cor. 3) es algo que de todos modos la razón no hace desear (p. 37); sabemos con certeza que es bueno sólo lo que hacemos guiados por la razón (p. 27). qed. De sto ésigue que :

cor. QUIEN VIVE GUIADO POR LA RAZON PROCURA EVITAR SER AFECTADO POR LA COMPASION.

SC. Quien está plenamente seguro de que todo sigue de la necesidad de la Naturaleza Divina y que todo ocurre según las eternas leyes y reglas de la Naturaleza, no encontrará nada digno de odio, burla, o desprecio, ni tampoco sentirá compasin, sino próocurará, hasta el límite de la virtud humana, de obrar bien y de regocijarse. Podemos agregar, quien es fácilmente afectado por la compasión y es emocionado por las lágrimas de otros o su mala suerte, a menudo hacen cosas de las cuales después se arrepienten; en parte, debido a que nunca podemos estar seguros de obrar bien al ser motivados por la afectividad, y en parte, por cuanto somos fácilmemte engañados por lágrimas falsas. Pero me refiero a quienes son guiados por la razn. Quien no óes motivado por la razón ni por la compasión hacia otros, es llamado correctamente inhumano (III. /27) dado que no se comporta como debe hacerlo un ser humano.

p.51 LA ESTIMACION NO ES OPUESTA A LA RAZON SINO PUEDE CONCORDAR Y SURGIR DE ELLA. Dem.: la estimación (benevolencia) es amor hacia quien ha hecho el bien a un semejante (III. /af. 19); luego puede referirse a la actividad de la mente (III. /59) i.e. al entendimiento (III. /3) qed.

Otra dem.: quien vive guiado por la razón, desea para otros el bien que procura para s (íp. 37); luego, al ver a alguien hacer el bien a un semejante, nuestro impulso de hacer el bien es secundado; i.e. experimentaremos alegría (III. /11 sc.) acompaada por lañ imagen del benefactor, a quien estimaremos. qed.

sc. La indignación, según nuestra definición (III. /af. 20) es necesariamente mala (p. 45). Hagamos notar, sin embargo, que cuando el soberano poder judicial (del Estado), con el objeto de preservar la paz, castiga a un ciudadano que ha perjudicado a otro, el juez no debe estar indignado con el criminal, pues no actúa impulsado por el odio, sino solamente guiado por un sentido del deber al castigar al delincuente.

p.52 LA SATISFACCION CONSIGO MISMO PUEDE NACER DE LA RAZON, Y SOLO LA SATISFACCION QUE NACE DE ESTA ES LA MAYOR POSIBLE. Dem.: la satisfacción consigo mismo es alegría que nace de considerarse a sí mismo y su poder (III. /af. 25). Pero el poder o virtud es la propia razón (III. /3) considerada clara y distintamente (II. /40 & 43); luego, la satisfacción consigo mismo nace también de la razón. Además, al reflexionar sobre nosotros mismos, percibimos clara o adecuadamente, sólo aquello que nace de nuestro poder (III. /d. 2) i.e. (III. /3) de nuestro poder de entendimiento. Por tanto, la satisfacción de si mismo etc., qed.

sc. Esta verdadera auto satisfacción es en realidad la más elevada que podemos esperar. Pues, como demostramos en p. 25 nadie trata de conservar su ser motivado por otra cosa, y como esta satisfacción es más y más secundada y fortalecida por la alabanza (III. /53 cor.) y al contrario (III. /55 cor.) es más y más turbado por la censura. Somos fundamentalmente impulsados por la gloria (fama) y encontramos casi insoportable una vida de oprobio.

p.53 LA HUMILDAD NO ES UNA VIRTUD i.e. NO NACE DE LA RAZON. Dem.: la humildad es una tristeza nacida de considerar la propia impotencia (III. /af. 26). Pero en la medida que nos conocemos verdaderamente mediante la razón, se supone que comprendemos nuestro ser i.e. nuestro poder (III. /7). Luego, si al reflexionar sobre nosotros mismos percibimos alguna debilidad, no es por falta de conocimiento sino (III. /55) porque nuestro poder está siendo reducido. Pero en la medida que comprendemos nuestra debilidad, al comprender la fuerza de elementos opuestos y mediante ese conocimiento determinamos nuestra actividad, es lo mismo que decir que nos conocemos distintamente (p. 26) y que nuestro poder es así secundado. Luego, la humildad, la tristeza debido a la contemplación de nuestra impotencia, no nace de la razón y es un padecimiento y no una virtud. qed.

p.54 EL ARREPENTIMIENTO NO ES UNA VIRTUD i.e. NO NACE DE LA RAZON; QUIEN SE ARREPIENTE DE UNA ACCION ES DOBLEMENTE MISERABLE O IMPOTENTE. Dem.: la primera parte se prueba como p. 53. La segunda de la definición de ese sentimiento (iii. /af. 27). Pues uno sufre primero al ser vencido por un deseo malo y luego por la tristeza. qed.

sc. Como la gente raras veces vive guiada por la razón, estos dos estados afectivos, humildad y arrepentimiento, como también los sentimientos de esperanza y temor, son más tiles úque perjudiciales; luego si vamos a pecar más vale pecar en esta dirección. Si quienes tienen una mente débil son además arrogantes, no trepidarán ante nada y no temern nada:á ¿ entonces cómo se podría mantener la muchedumbre unida y controlada? "¡La muchedumbre es aterradora cuando no teme a nada!. "Luego, no podemos maravillarnos que los profetas que consideraban el bien de todos y no de unos pocos, recomendaran con tanta insistencia la humildad, el arrepentimiento y el respeto. En verdad, quienes son afectados por estos sentimientos pueden ser guiados muchos más fácilmente que otros, para que vivan guiados por la razón i.e. lleguen a ser libres y gocen de la vida de los bienaventurados.

P.55 EL ORGULLO EXTREMO O EL MENOSPRECIO SON IGNORANCIA EXTREMA DE NOSOTROS MISMOS. Dem.: evidente de III. /af. 28 & 29.

p.56 EL ORGULLO EXTREMO Y EL MENOSPRECIO EXTREMO DEMUESTRAN UNA INCAPACIDAD MENTAL EXTREMA. Dem.: la primera base de la virtud es la auto preservación (cor. /p. 22) guiada por la razón (p. 24). Por tanto, quien no se conoce a si mismo, ignora el fundamento de todas las virtudes y por tanto de la virtud misma. Actuar en forma virtuosa no es sino actuar guiado por la razón (ibíd); bien, quien actúa guiado por la razón, necesariamente debe saber que acta en esaú forma (II. /43). Por tanto, quien padece de ignorancia extrema de s, no aíctúa mediante la virtud i.e. (d. 8) muestra una incapacidad mental extrema. qed. De ésto sigue claramente:

cor.l OS ARROGANTES Y LOS QUE SUFREN DE MENOSPRECIO ESTAN MUY SUJETOS A LA AFECTIVIDAD.

sc. Sin embargo, el menosprecio es más fácil de corregir que el orgullo, por cuanto el sentimiento de gozo es relativamente más fuerte (p. 18) que el de tristeza.

p.57 LOS ARROGANTES SE DELEITAN EN LA COMPAñIA DE ADULADORES Y PARASITOS Y ODIAN LA COMPAIA DE LOñS HOMBRES GENEROSOS. Dem.: el orgullo es gozo nacido de considerarse más de lo justo (III. /af. 28 & 6); el arrogante tratará de secundar esta ilusión por todos los medios en su poder (III. /13 sc.); por tanto se deleitará en la compañía de aduladores y parsitos--cuáyo carácter es demasiado bien conocido para necesitar definición-- y evitará la compañía de hombres generosos que lo consideran según sus méritos.

sc. Sería demasiado largo tratar de enumerar todas las malas consecuencias del orgullo, en cuanto los arrogantes son presas de todas las emociones, si bien ninguna les afecta menos que el amor y la compasión. Pero no puede omitirse decir que el arrogante es también uno que considera a los demás por debajo de lo justo. Luego, el orgullo puede definirse , en este sentido, como una alegría nacida de una falsa opinin, por lóa cual uno se considera superior a los otros. El menosprecio, opuesto a este tipo de orgullo, puede definirse como tristeza nacida de una falsa opinión por la cual uno se considera inferior a sus semejantes.

Bajo estas condiciones uno puede fácilmente comprender que un arrogante es necesariamente envidioso (III. /55 sc.) y odia especialmente a quienes son más alabados por sus virtudes, y su odio no es fácilmente vencido por el amor o la bondad (III. 741 sc.) y se complace solamente en la compañía de quienes engañan su torpe mente hasta el extremo que su simple tontería se convierte en manía. Si bien el menosprecio (desaliento) es el estado afectivo contrario al orgullo, sin embargo el humilde es muy semejante al arrogante. Pues en cuanto su tristeza nace de comparar su debilidad con el poder o la virtud de otros, ésta se calmará i.e. se sentirá feliz si su imaginación se ocupa en la contemplación de las faltas de la gente virtuosa, o en general las faltas de cualquiera; de ahí el proverbio: " Los desdichados son consolados al encontrar otros semejantes." Por otra parte se sentirá más desdichado en cuanto más se crea inferior a sus semejantes; luego nadie es tan susceptible a la envidia como los que se menosprecian. Tienen mucha habilidad para observar las acciones de los otros, más con el objeto de encontrar defectos que de corregirlos. Sólo tienen alabanzas para el menosprecio , manteniendo un aire de humildad. Estos efectos siguen tan necesariamente de dichos estados afectivos, como de la naturaleza de un triángulo sigue que las suma de sus ángulos es igual a dos ángulos rectos.

Como ya he dicho llamo a éstos y otros estados afectivos similares malos, son en cuanto lo que es útil a la humanidad. Pero las leyes de la Naturaleza se relacionan con el orden general de la Naturaleza, del cual el hombre es sólo parte. Menciono ésto al pasar, para que nadie crea que he tratado de enumerar las faltas y hechos irracionales de los hombres, antes que la naturaleza y propiedad de las cosas. Pues, como expresé en el prefacio a la parte III., Considero la afectividad humana y sus propiedades en exactamente la misma forma como los otros fenómenos naturales. Sin duda, la afectividad humana muestra el poder y arte de la Naturaleza, si no de la naturaleza humana, tan bien como otras cosas que admiramos y nos deleita contemplar. Pero sigo adelante para examinar aquellos factores en la afectividad que nos son útiles o perjudiciales.

p.58 LA GLORIA NO SE OPONE A LA RAZON Y PUEDE ORIGINARSE EN ELLA. Dem.: evidente de af. 30 y también de la definición del hombre honrado (sc. 1/p. 37).

sc. Lo que se llama vanagloria, es auto satisfacción sólo sustentada en la buena opinión de la multitud; cuando esta opinión cesa, ahí termina la satisfacción i.e. el mayor bien amado por todos (sc. /p. 52); en consecuencia, quien fundamenta su gloria en la aprobación de la multitud, debe agitadamente luchar, trabajar e intrigar, día tras día, para mantener su reputación. La opinión pública es variable e inconstante, de modo que si una reputación no es mantenida, rápidamente se desvanece. Todos desean el aplauso popular para sí y gustosamente eclipsa la fama de otros. Siendo, como piensan, que el objeto del conflicto es el mayor bien, cada competidor tiene un deseo encarnizado de derrotar a sus rivales en todas las formas posibles hasta que, al fin, quien resulta victorioso, está más orgulloso del mal que le ha causado a otros, que del beneficio para sí. Esta clase de gloria es en verdad vana, al no ser nada.

Lo que debe considerarse respecto a la vergüenza puede deducirse fácilmente de lo expresado al tratar la piedad y el arrepentimiento. Sólo añadiré que la vergüenza, como la compasión, si bien no es una virtud, puede sin embargo ser buena en la medida que la persona afectada por ella demuestra estar inbuído con el deseo de vivir correctamente; en la misma forma que el dolor es bueno, al mostrar que la parte afectada no está gangrenada. Por tanto, si bien el que se avergüenza de lo hecho, está triste, pero es más perfecto que el impúdico que no desea vivir honestamente.

Estos son los puntos que pretendí examinar respecto a los sentimientos de gozo y de tristeza. En cuanto a los deseos, son buenos o malos, según se originen en estados afectivos buenos o malos. Pero en cuanto a los deseos engendrados en nosotros por estados afectivos que son padecimientos, son todos ciegos (cf. sc. /p. 44) y no se presentarían si los hombres fueran fácilmente inducidos a vivir bajo la exclusiva guía de la razón, como demostraré brevemente a continuación.

p.59 A TODAS LAS ACCIONES QUE SOMOS DETERMINADOS POR UN ESTADO AFECTIVO QUE ES UN PADECIMIENTO (PASION), PODEMOS SER TAMBIEN DETERMINADOS, SIN ESTA, POR LA RAZON. Dem.: actuar racionalmente es solamente (III. /3 & d. 2) hacer aquellas cosas que siguen por necesidad de nuestra propia naturaleza. Pero la tristeza es mala, en cuanto disminuye o reduce nuestro poder (p. 41). Luego las acciones a las cuales somos determinados por la tristeza no son tales que no podamos llevarlas a cabo, sin ese sentimiento, simplemente bajo el imperio de la razón. Finalmente, en la medida que es buena, la alegría concuerda con la razn-- dadóo que consiste en el hecho que nuestro poder es incrementado o secundado-- y es una pasividad (padecimiento) sólo en la medida que no incrementa nuestro poder al extremo que podamos conocernos nosotros mismos y nuestras acciones en forma clara y distinta i.e. adecuadamente (III. /3 + sc.). Por tanto, si mediante el gozo pudiéramos llegar a tal punto de perfección como para conocernos y conocer nuestras acciones adecuadamente, seríamos aún más capaces de estas acciones bajo la sola guía de la razón y sin ese tipo de "placer". Pero todos los estados afectivos son atribuibles al gozo, la tristeza o el deseo (cf. af. 4) y el deseo no es (af. 1) otra cosa que el propio esfuerzo por actuar; luego, todas las acciones etc., qed.

Otra dem.: una acción es llamada mala en cuanto nace del odio o de un estado afectivo malo. Pero una acción, considerada en si misma, no es buena ni mala (cf. prefacio a la parte IV) por cuanto una misma acción es a veces buena y a veces mala y podemos, sin ese padecimiento, ser determinados a dicha acción por la sola razón (p. 19).

sc. Un ejemplo aclarará este punto. La acción de golpear, en cuanto considerada como física, y si vemos el hecho que alguien levanta el brazo, empua la manoñ y mueve su brazo hacia abajo aplicando fuerza, ésta es una virtud propia a la estructura del cuerpo humano. Si, entonces, impulsado por la ira o el odio, uno empuña la mano o mueve su brazo, sto ésucede debido a que dicha acción puede ser asociada con cualquier imagen de cosas, como hemos demostrado en la parte II.; así, podemos ser determinados a la misma acción ya por ideas confusas, o por ideas claras y distintas. Luego, es evidente que los deseos que nacen de un padecimiento no existirían si los hombres fueran guiados por la razn. Veaómos ahora la razón por la cual los deseos surgidos de una pasión o padecimiento son llamados ciegos.

p.60 UN DESEO QUE NACE DE UN GOZO O DE UNA TRISTEZA Y QUE CONCIERNE UNA O VARIAS PARTES DEL CUERPO, PERO NO TODO ESTE, NO ES VENTAJOSA PARA EL HOMBRE COMPLETO. Dem.: consideremos que "A", una parte de nuestro cuerpo, es tan fortalecido por una causa externa, que prevalece sobre las partes restantes (p. 6). Esta parte no procurará reducir su fuerza, para que las otras partes del cuerpo puedan cumplir sus funciones; con este fin sería necesario que tuviera el poder de suprimir su propia fuerza. Esto (III. /6) es absurdo. La parte "A" dada y consecuentemente nuestra mente, procurará (III. /7 & 12) de preservar su condición. Por tanto los deseos que nacen de semejante gozo no son ventajosos para nosotros. Por el contrario, sí la parte "A" es considerada como reducida por alguna causa externa, de modo que las partes restantes prevalezcan, se podría demostrar de la misma manera que el deseo nacido de esta tristeza no es ventajoso para nosotros como un todo.

sc. Como la mayor parte de las veces (sc. /p. 44) un gozo o placer se refiere solamente a una parte de nuestro cuerpo, generalmente nos esforzamos por preservar nuestro ser, sin cuidar nuestra salud como un todo; se puede agregar que los deseos que nos dominan en mayor grado (p. 9) consideran el presente pero no el futuro.

p.61 UN DESEO QUE NACE DE LA RAZON NO PUEDE SER EXCESIVO. Dem.: el deseo considerado absolutamente (af. 1) es nuestro mismo ser en cuanto en un estado dado nos determina a hacer algo. Luego, el deseo nacido de la razón i.e. (III. /3) engendrado en nosotros en cuanto actuamos, es nuestro propio ser o naturaleza, considerado como determinado por actividades que son adecuadamente concebidas mediante nuestra sola naturaleza (III. /d. 2). Bien, si semejante deseo fuera excesivo, nuestra misma naturaleza sería capaz de excederse a si misma, o sera capíaz de hacer más allá de su capacidad, lo cual es una manifiesta contradicción. Por tanto, un deseo que nace etc. qed.

p.62 EN CUANTO PENSAMOS RACIONALMENTE, SOMOS AFECTADOS EN LA MISMA FORMA, SEA QUE LA IDEA PERTENEZCA A UNA COSA FUTURA, PASADA O PRESENTE. Dem.: cuando pensamos racionalmente, lo hacemos considerando una misma forma de eternidad y necesidad (II. /44 cor.) y experimentando la misma certeza (II. /43 + sc.). Luego, sea una cosa presente, pasada o futura, será siempre igualmente verdadera (II. /41) i.e.tendrá siempre las mismas propiedades de una idea adecuada (II>/d. 4). Luego,en cuanto pensamos etc., qed.

sc. Si pudiéramos poseer un conocimiento adecuado de la duración de las cosas, y pudiéramos determinar racionalmente su período de existencia, podríamos contemplar las cosas futuras con el mismo sentimiento que las cosas presentes; y podríamos desear, como si estuviera presente, el bien que pensamos como futuro; en consecuencia, dejaríamos un bien menor presente por un bien mayor en el futuro, y no desearíamos en absoluto algo bueno en el presente, pero que es una fuente de males en el futuro, como demostraré más adelante.

Sin embargo, como tenemos un conocimiento muy inadecuado de la duración de las cosas (II. /31), y de sus períodos de existencia sólo podemos (II. /45 sc.) evaluarlos por la imaginación, y nuestra imaginación no es tan fuertemente afectada por el futuro como por el presente. Luego, éste verdadero conocimiento del bien y del mal, tal como lo poseemos, es solamente abstracto o general, y el juicio que nos formamos sobre el orden de las cosas y la conexión de las causas (con el objeto de determinar lo que es bueno o malo para nosotros en el presente) es más imaginario que real. No es de extrañar, entonces, si el deseo que surge de semejante conocimiento del bien y del mal, en cuanto se refiere al futuro, es más fcilmente ráeducido que el deseo de cosas que son agradables en el momento presente (P. 16).

P.63 QUIEN DIRIGIDO POR EL TEMOR HACE EL BIEN PARA EVITAR EL MAL, NO ES DIRIGIDO POR LA RAZON. Dem.: todos los estados afectivos referidos a nuestra actividad mental i.e. a la razón (III. /3) son aquellos producto del gozo y del deseo (III. /59). Así , quien dirigido por el temor etc.,qed.

sc.1 Los supersticiosos--quienes son mejores en censurar los vicios que enseando la virtñud, y que tratan de guiar a los hombres mediante la razón, sino mantenerlos constantemente asustados, de modos que más bien traten de evitar el mal, antes que amar la virtud--no tienen otro objetivo sino hacer a los demás tan desgraciados como ellos mismos; por tanto no es sorprendente que sean considerando tediosos y odiados por la mayoría.

cor. MEDIANTE LA RAZON SEGUIMOS DIRECTAMENTE EL BIEN E INDIRECTAMENTE EVITAMOS EL MAL. Dem.: un deseo debido a la razón sólo puede nacer de un sentimiento de alegría que no es un padecimiento (III. /59), i.e. de un gozo que no puede ser excesivo (p. 61) y no de la tristeza; por tanto, este deseo proviene del conocimiento del bien y no del conocimiento del mal. qed.

sc.2 Este corolario puede ser ilustrado por el ejemplo de un hombre enfermo y uno sano. El enfermo, debido al temor a la muerte, come lo que le disgusta por naturaleza, en cambio el hombre sano come con placer, así obteniendo mayor gozo de la vida, que si tuviera temor a la muerte y deseara directamente evitarla. Así un juez que condena un criminal a muerte, no por odio o ira, sino motivado por el amor al bien público, es guiado solamente por la razón.

p.64 EL CONOCIMIENTO DEL MAL ES UN CONOCIMIENTO INADECUADO. Dem.: el conocimiento del mal es tristeza en la medida que (p. 8) que estamos concientes de ella. La tristeza es transición a una menor perfección (af. 3) y así no puede explicarse mediante nuestro propio ser (III. /6 7 &); luego, es un padecimiento (III. /d. 2) que (III. /3) depende de ideas inadecuadas; por tanto (II. /29) el conocimiento del mal etc.,qed. De ésto sigue:

cor. SI SOLAMENTE TUVIERAMOS IDEAS ADECUADAS, NO TENDRIAMOS EL CONCEPTO DEL MAL.

p. 65RACIONALMENTE ESCOGEREMOS EL MAYOR DE DOS BIENES Y EL MENOR DE DOS MALES. Dem.: un bien que nos impide el gozo de un bien menor es en realidad un mal; puesto que aplicamos los términos bueno y malo, en la medida que comparamos las cosas entre sí (IV/prefacio); por otra parte, un mal menor es en realidad un bien y (cor. /p. 63) racionalmente escogeremos etc.,qed.

cor. RACIONALMENTE ESCOGEREMOS UN MAL MENOR PARA LOGRAR UN BIEN MAYOR, Y EVITAREMOS UN BIEN MENOR QUE ES CAUSA DE UN MAL MAYOR. Pues, el mal que llamamos menor es un bien, y el bien menor es en realidad un mal.

p.66 RACIONALMENTE BUSCAREMOS UN BIEN MAYOR FUTURO ANTES QUE UN BIEN MENOR ACTUAL, Y UN MAL MENOR EN EL PRESENTE ANTES QUE UN MAL MAYOR FUTURO. Dem.: Si pudiéramos tener un conocimiento adecuado de las cosas por venir, seríamos afectados por lo futuro en la misma forma que por lo presente (p. 62); luego, dirigidos por la razón, no hay diferencia si el mayor bien o mal se supone presente o futuro; luego, (p. 65) racionalmente buscaremos un bien mayor etc.,qed.

cor. RACIONALMENTE BUSCAREMOS UN MAL MENOR EN EL PRESENTE QUE ES LA CAUSA DE UN MAYOR BIEN EN EL FUTURO, Y EVITAREMOS UN BIEN MENOR EN EL PRESENTE QUE ES LA CAUSA DE UN MAL MAYOR EN EL FUTURO. Este cor. es a la p. 66 como el cor. 65 es a su pr.

sc.Si éstas declaraciones se comparan con lo expuesto en p. 18 con respecto a la fuerza de la afectividad, fácilmente veremos la diferencia entre una persona que es guiada solamente por los estados afectivos o la opinión, y uno que es guiado por la razn. El priómero, quiéralo o no, hace cosas de las cuales está totalmente ignorante, mientras que el último es dueño de sí y hace sólo las cosas que sabe son de la mayor importancia en la vida, y que por lo tanto desea especialmente. Por tanto llamará al primero esclavo, y al último hombre libre, con respecto a cuya mentalidad y forma de vida daremos ahora algunas indicaciones.

p.67 UN HOMBRE LIBRE NO PIENSA EN COSA ALGUNA MENOS QUE EN LA MUERTE Y SU SABIDURIA ES UNA MEDITACIóN SOBRE LA VIDA Y NO SOBRE LA MUERTE. Dem.: un hombre libre vive bajo la gua de laí razón; luego, como no está sometido al temor de la muerte (p. 63), desea directamente el bien (cor. /0. 63) i.e. (p. 24) vive, actúa y preserva su ser mediante la base de buscar su propio interés.

p.68 SI LOS HOMBRES NACIERAN LIBRES, NO TENDRIAN UN CONCEPTO DEL BIEN Y DEL MAL, MIENTRAS PERMANECIERAN LIBRES. Dem.: llamo libre a quien es guiado solamente por la razn; poró tanto, quien nace libre y permanece libre, tiene sólo ideas adecuadas; luego (cor. /p. 64) no tiene concepto del bien y del mal, dado que el bien y el mal son correlativos. Así, si los hombres etc., qed.

sc. Es evidente de p. 4 que la hipótesis de p. 68 es falsa e inconcebible, al menos en cuanto consideremos la naturaleza humana solamente, o más bien a Dios, no en cuanto infinito, sino sólo en cuanto causa de la existencia del hombre. Este y otros puntos que ya hemos probado, parecen lo que Moisés ha querido significar en la leyenda del primer hombre. Pues, en esa narración no se concibe otro poder de Dios salvo el poder mediante el cual crea al hombre, ésto es el poder considerando sólo la ventaja del hombre . Se dice ahí que Dios, prohibió al hombre, que era libre, comer del árbol del bien y del mal y que, una vez que lo hubiese comido temería más la muerte que desearía vivir. También se dice que cuando el hombre encontró una esposa que estaba en completa armonía con su naturaleza, supo que nada en la Naturaleza le podría ser más útil; pero después que creyó que los animales eran semejantes a él, empezó a imitar su afectividad (III. /27) y a perder su libertad. Esta libertad fue posteriormente recuperada por los patriarcas, bajo la dirección del espíritu de Cristo i.e. por la idea de Dios, que es la única que hace al hombre libre y lo hace desear para los demás el bien que desea para sí, como he demostrado en p. 37.

p.69 LA VIRTUD DE UN HOMBRE LIBRE PARECE TAN GRANDE CUANDO EVITA LOS PELIGROS COMO CUANDO TRIUNFA DE ELLOS. Dem.: un estado afectivo puede ser reducida o destruida por otro estado afectivo, contrario y más fuerte que él (p. 7). Pero la audacia ciega y el temor son sentimientos que pueden concebirse como igualmente fuertes (p. 5 & 3); una igual presencia de ánimo o heroísmo es, entonces, necesaria para (III. /59 sc.) reducir la audacia como para reducir el temor; i.e. (af. 40 & 41) la virtud de un hombre libre etc.,qed.

cor. LA PRESENCIA DE ANIMO DEL HOMBRE LIBRE PARECE TAN GRANDE AL EVITAR LOS PELIGROS COMO AL VENCERLOS.

SC. Lo que es la presencia de ánimo y lo entiendo por ella, he explicado en III. /59 sc. Por peligro entiendo todo lo que puede ser causa del mal, tal como la tristeza, el odio, la discordia etc.

p.70 EL HOMBRE LIBRE QUE VIVE ENTRE IGNORANTES, EVITA CUANTO PUEDE SUS REGALOS. Dem.: todos juzgan las cosas según su manera de pensar (III. /39 sc.). Los ignorantes, por tanto, que han otorgado un beneficio a alguien, lo consideran según su propia estimación, y si el receptor no parece apreciarlo lo suficiente, él (el donante) se sentir contriástado (III. /42). Pero todo lo que desea un hombre libre es unirse a los demás por la amistad (p. 37); no retribuir sus regalos mediante otros equivalentes, sino en seguir, él y los demás, el dictado de la razón y hacer solamente las cosas que considera de primordial importancia. Un hombre libre, por tanto, para no ser odiado por los ignorantes o seguir sus deseos o instintos antes que la razón, evitará, tanto como le sea posible, recibir dones de éstos.

sc. Digo tanto como le sea posible. Pues, aún cuando los hombres sean ignorantes, son seres humanos y en caso de necesidad podrían ofrecernos ayuda, la ms eáxcelente de todas las cosas. Por tanto, es a veces necesario aceptar sus regalos y por tanto retribuirlos en forma razonable; por lo cual debemos tener cuidado al rechazar favores, para no parecer que despreciamos a quienes los ofrecen, o no desear retribuirlos por motivos de avaricia, y así dar pábulo a la ofensa, al tratar de evitarla. Así al rechazar dones debemos considerar tanto el propio interés como la cortesía.

p.71 SOLAMENTE LOS HOMBRES LIBRES SON VERDADERAMENTE AGRADECIDOS MUTUAMENTE. Dem.: slo lóos hombres libres son verdaderamente útiles entre sí y están unidos por una amistad de estrecha confianza mutua (p. 35 + cor, 1); sólo estas personas procuran con mutuo amor, hacerse el bien entre sí. (p. 37) qed.

sc. La buena voluntad, que los hombres llevados por el ciego deseo, se demuestran, es generalmente o un comercio o un engaño, antes que pura buena voluntad. En cuanto a la ingratitud no es un estado afectivo. Pero es baja, en la medida que generalmente demuestra el exceso de odio, ira, orgullo o avaricia de una persona. Quien, por estupidez no retribuye los dones, no es ingrato, y aún menos quien no es comprado por los obsequios de una cortesana para servir su lujuria, ni por los de un ladrón para encubrir sus robos, ni por ningún regalo de este tipo. Al contrario quien no es corrupto por regalos con el fin de que se dañe a sí mismo o a su nación, muestra que posee firmeza de carácter.

p.72 UN HOMBRE LIBRE NUNCA ACTUA CON HIPOCRESIA SINO SIEMPRE CON LEALTAD. Dem.: si un hombre libre, como tal, actuara con hipocresía, lo haría bajo la guía de la razón-- pues lo llamamos libre sólo por ésto. Entonces, actuar hipócritamente sería una virtud (p. 24) y por tanto, sería recomendable que todos actuáramos hipócritamente, a fin de conservar su ser; en otras palabras, y obviamente, sería mejor que la gente manifestara acuerdo de palabra o por escrito, pero en realidad continuar contrarios entre sí, lo cual (cor. /p. 31) es absurdo. Luego, un hombre libre nunca actúa con hipocresía etc., qed.

sc. Si se pregunta: ¿Cuál debe ser la conducta de un hombre si al emplear la mala fe, pudiera librarse del peligro de una muerte inminente? ¿El principio de conservación no le induciría a mentir? La respuesta debe ser: Supongamos que la razón lo induzca a ello, entonces induciría a todo el mundo a actuar igual, y así la razón aconsejaría a la gente siempre a comportarse hipócritamente al asentir para unir sus esfuerzos y tener leyes comunes--es decir, a no tener en absoluto leyes, lo cual es absurdo.

p.73 UN HOMBRE GUIADO POR LA RAZON ES MAS LIBRE EN UN ESTADO DONDE VIVE BAJO LEYES COMUNES, QUE EN LA SOLEDAD DONDE SOLO SE OBEDECE A SI MISMO. Dem.: Uno que es guiado por la razn no obeódece por temor (p. 63) pero en cuanto trata de preservar racionalmente su ser, i.e. (sc. /p. 66) en cuanto trata de vivir en libertad, desea conformar con la forma de vida establecida (p. 37) y por tanto (sc. 2/p. 37) vivir según la ley de su nación. Luego, para vivir en mayor libertad un hombre libre desea respetar y proteger la ley común. qed.

sc. Esta y similares observaciones que hemos hecho sobre la verdadera libertad del hombre se refieren al heroísmo, i.e. (III. /59 sc.) a la firmeza de carácter y la generosidad. No me parece necesario probar aquí en detalle todas las propiedades del heroísmo; menos aún necesito demostrar que una persona heroica no odia a nadie, no está iracundo con nadie, no envidia a nadie, no se indigna con nadie, no desprecia a nadie y no es nunca arrogante.

Pero todos estos puntos y todos los que se relacionan con la verdadera vida y fe o verdadera religión se deducen fácilmente de p. 37 y p. 46; todos deberían desear para los demás el bien que buscan para sí. También podemos repetir lo que expresamos en sc. /p. 50 y en otros lugares; en otras palabras que una persona heroica está siempre consciente del hecho que todas las cosas siguen de la necesidad de la Naturaleza Divina, de modo que todo lo que consideremos molesto y maligno y consideremos como impío, horrible, in justo o bajo, asumen ese aspecto debido a nuestra forma de pensar desordenada, mutilada y confusa. Una persona heroica trata, por tanto, sobre todo comprender las cosas como son en realidad y suprimir todos los obstáculos al verdadero conocimiento como son el odio, ira, envidia, burla, orgullo y estados afectivos similares que he mencionado antes.

Así, un hombre heroico procura, en la medida de sus fuerzas, ser activo y regocijarse. Hasta donde puede llegar la virtud humana en este sentido, es lo que demostraré en la parte V.

APENDICE

Lo que he expresado en esta parte con respecto a la vida correcta, no ha sido arreglado para dar una visión general, sino se ha detallado por partes, según he pensado que cada proposición podía ser más fácilmente deducida de la anterior. He resuelto, pues, reunirlo aqu y píonerlo bajo capítulos principales.

Cap. 1 - Todos nuestros esfuerzos o deseos siguen, en tal forma, de la necesidad de nuestra naturaleza, que pueden comprenderse sea mediante sólo ésta como su causa próxima, o mediante el hecho que nuestro ser es parte de la Naturaleza, parte que de por sí y sin otros individuos no es adecuadamente concebible.

Cap. 2 - Los deseos que siguen de nuestra naturaleza en tal modo que pueden ser comprendidos mediante ésta solamente, se refieren a esa parte de nuestra mente que consiste en ideas adecuadas. Los otros deseos se refieren a esa parte de nuestra mente, que consiste en ideas inadecuadas y la fuerza e incremento de estos deseos, son generalmente definidos no por nuestro poder, sino por el poder de cosas externas a nosotros. Así, los primeros se llaman correctamente acciones, los últimos, sin embargo, padecimientos. Pues, los primeros siempre indican nuestro poder, donde los últimos demuestran nuestra debilidad y conocimiento deficiente.

Cap. 3 - Nuestras acciones, i.e. aquellos deseos que son definidos por nuestro poder o razón, son siempre buenos; el resto puede ser bueno o malo.

Cap. 4 - Así en la vida es de primordial utilidad perfeccionar nuestro entendimiento o razón, tanto como podamos, y en ésto solamente consiste nuestra mayor felicidad y beatitud. De hecho, la beatitud no es otra cosa que la serenidad de espíritu que nace de nuestro conocimiento instuitivo (espirita) de Dios. Bien, perfeccionar el entendimiento no es sino comprender a Dios, los Atributos Divinos, y las acciones que siguen de la necesidad de su Naturaleza. As, elí fin último o deseo máximo de un hombre guiado por la razón, y por el cual pretende moderar su afectividad, es su deseo de comprenderse adecuadamente a si mismo y todas las cosas que están dentro de la capacidad de su inteligencia.

Cap. 5 - Por tanto, no hay vida racional sin inteligencia, y las cosas son buenas slo en cóuanto nos ayudan a gozar de esa vida interior definida por la inteligencia. Por otra parte, llamamos malas sólo esas cosas que nos estorban para perfeccionar la razón y gozar de una vida racional.

Cap. 6 - Como todas las cosas de las cuales somos la causa eficiente, son necesariamente buenas, ningún mal nos puede ocurrir excepto mediante causas externas; debido a que somos parte de la Naturaleza Universal, cuyas leyes la naturaleza humana está obligada a obedecer y conformarse en modos casi infinitos.

Cap. 7 - No es posible que un hombre no sea parte de la Naturaleza, o que no siga su orden común. Pero si vivimos entre individuos cuya naturaleza concuerda con la nuestra, nuestro poder será, por ésto, secundado y promovido; en cambio, si nos encontramos entre individuos que no concuerdan con nuestra naturaleza en absoluto, nos será muy difícil acomodarnos a ellos sin sufrir nosotros mismos un gran cambio.

Cap. 8 - Todas las cosas en el mundo que juzgamos malas o que pueden impedirnos existir y gozar de una vida racional, podemos alejarlas de nosotros en la forma que estimemos más segura. Por otra parte, todas las cosas que consideramos como buenas y útiles para preservar nuestro ser y gozar de una vida racional, podemos apropiarlas para nuestro uso y utilizarlas en la forma que estimemos mejor. En forma absoluta, todos, pueden mediante el Derecho Soberano de la Naturaleza, hacer lo que estimen favorable a su provecho.

Cap. 9 - Nada puede concordar mejor con la naturaleza de un ser que otro individuo de la misma especie; luego (Cap. 7) nada es más útil para preservar nuestro ser y gozar de una vida racional, que un hombre guiado por la razón. Además, como no conocemos nada, entre las cosas particulares, que sea superior a un hombre guiado por la razón, nadie podría mostrar mejor su habilidad e inteligencia que educando a la gente de forma que finalmente vivan bajo la guía exclusiva de la razón.

Cap. 10 - Dado que los hombres son impulsados unos contra otros por la envidia y todo tipo de odios son, por lo tanto, tanto más de temer en cuanto sean más poderosos que los otros individuos de su especie.

Cap. 11 - Sin embargo las mentes no son conquistadas por la fuerza de las armas sino por el amor y la generosidad.

Cap. 12 - Para los hombres es especialmente útil formar asociaciones, que los unan con los lazos que ellos consideren más adecuados para reunirlos en unidad y, en general, hacer todo lo que sirva para fortalecer la concordia y la amistad.

Cap. 13 - Pero ésto requiere de habilidad y cautela. Pues los hombres son mudables (dado que muy pocos viven guiados por la razón), generalmente envidiosos y más proclives a la venganza que la compasión. Se necesita una fuerza de carácter excepcional para considerar a cada cual según es y negarnos a imitar las emociones de los demás. Pero aquellos que son mejores para criticar a la humanidad y más hábiles para denunciar los vicios que para enseñar la virtud, y no para fortalecer las mentes sino para quebrantarlas, son perjudiciales para sí y para los demás. Así, debido a excesiva impaciencia y celo religioso errado, mucha gente ha preferido vivir entre brutos que entre los hombres; así los muchachos o jóvenes que no soportan las críticas de sus padres, prefieren alistarse como soldados y escogen la dureza de la guerra y la disciplina despótica, antes que las comodidades del hogar y los consejos de su padre: sufren todo tipo de males para vengarse de sus padres.

Cap. 14 - Así, también los hombres son generalmente guiados en todo por sus preferencias, sin embargo la vida social tiene muchas más ventajas que desventajas. Luego es preferible soportar pacientemente las ofensas que otros nos puedan inferir, y trabajar para promover la concordia y la amistad.

Cap. 15 - La concordia es generada por aquellas cosas que se refieren a la justicia, equidad y honradez. Pues los hombres se oponen no solamente a lo injusto e inicuo, sino también a lo considerado vergonzoso, i.e. que se burlen de las costumbres aceptadas de su país. Pero, para lograr ser amado son especialmente necesarias aquellas cosas que se refieren a la fe (verdadera religiosidad) y la devocin. (sc. 1 &aómp; 2/p. 37; sc/p. 46; p. 73).

Cap. 16 - La concordia es a menudo el resultado del temor; pero semejante concordia no es de fiar. Nótese además que el temor es producto de debilidad de la mente, y además no pertenece al ejercicio de la razón; lo mismo es cierto de la compasión, si bien esta ltima útiene cierto parecido con la devoción.

Cap. 17 - Los hombres son también conquistados por la liberalidad, especialmente quienes no tienen lo necesario para subsistir. Pero ayudar a todos los necesitados está muy por encima de las posibilidades de los particulares, pues la riqueza de un particular es totalmente insuficiente para servir estas necesidades. También, la habilidad de cada uno es demasiado limitada para permitirle ser amigo de todos sus semejantes. Luego el cuidado de los pobres es un deber que recae en el Estado y se refiere a los servicios de bienestar social.

Cap. 18 - Cada cual debe ser muy cuidadoso también al aceptar dones y favores, y al agradecer éstos. (cf. sc. /p. 70 & sc. /p. 71).

Cap. 19 - El amor sensual, entonces, i.e. el instinto de engendrar nacido del instinto genérico de la especie, y absolutamente todo amor motivado por algo diferente de nuestra libertad interna, se convierte fácilmente en odio: a menos que, peor aún, sea un tipo de locura nacida más bien de la discordia que de la concordia. (III. /31 cor.).

Cap. 20 - En cuanto al matrimonio, éste sin duda concuerda con la razn, si el ódeseo de unión física no es solamente instintivo sino procede también del deseo de engendrar hijos y educarlos sabiamente; más aún si el amor de hombre y mujer, tiene como causa no sólo el instinto sino principalmente la libertad interna.

Cap. 21 - La adulación crea también un tipo de concordia, pero sólo mediante el vergonzoso crimen de servilismo o hipocresía; pues nadie es más fácilmente engañado por la adulación que los arrogantes, que desean ser primeros sin serlo.

Cap. 22 - El menosprecio tiene un aspecto espurio de piedad y religiosidad. Si bien es lo opuesto al orgullo, sin embargo los humildes son los más cercanos al arrogante. (sc. /p. 57).

Cap. 23 - La vergüenza contribuye también a la concordia, pero sólo en las acciones que no pueden ocultarse. Además, como la vergüenza es un tipo de tristeza, no concierne al uso de la razón.

Cap. 24 - Todos los otros estados afectivos de tristeza dirigidos contra los hombres, son directamente contrarios a la justicia, equidad, honradez, devoción y fe; si bien la indignación parece asimilarse a la equidad, sin embargo no impera la ley donde cada cual puede juzgar las acciones de los otros y vindicar sus derechos o los de otros.

Cap. 25 - La cortesía (urbanidad), i.e. el deseo de agradar a las personas, cuando es determinado por la razón, un tipo de devoción (sc. /p. 37). Pero si surge de la afectividad, es ambición, o sea el deseo por el cual los hombres, bajo el aspecto falso de piedad, generalmente suscitan discordia y sedición. Pues quien desea ayudar al prjimo, sea meódiante consejos u obras, para que juntos puedan gozar el mayor bien, tratará por todos los medios de conquistar su amor, y no suscitar su admiración, de forma que una doctrina tome su nombre, ni dará ningún motivo para la envidia. Además en sus conversaciones pblicas eúvitará hablar de los defectos de otros, y tendrá cuidado de hablar poco de las debilidades humanas; en cambio se referirá latamente a la virtud y el poder humanos y como pueden ser perfeccionados. Así, los hombres serán impulsados no por el temor, ni por la aversión, sino solamente por el sentimiento de gozo, para esforzarse por vivir en conformidad con los mandatos de la razón.

Cap. 26 - Fuera del hombre no conocemos ningún ser particular en la Naturaleza en cuya mente podamos regocijarnos y con quienes podamos asociarnos en amistad o cualquier tipo de relación social; luego, el principio de nuestra propia utilidad no nos dispone preservar otras cosas de la Naturaleza fuera del hombre, sino preservarlas o destruirlas según nuestra conveniencia, y adaptarlas a nuestro uso lo mejor posible.

Cap. 27 - La ventaja que derivamos de las cosas externas, aparte de la experiencia y conocimientos que adquirimos observándolas, y de la recombinación de sus elementos, es principalmente la conservación de nuestro cuerpo. Desde este punto de vista, las cosas ms &áuacute;tiles son aquellas que pueden alimentar y nutrir nuestro cuerpo de modo que todas sus partes puedan ejecutar sus funciones. Pues, en la medida que nuestro cuerpo es capaz de ser dispuesto en muchas formas y de disponer cuerpos externos, tanto más nuestra mente es capaz de pensar (p. 38 & 39). Pero parece haber muy pocas cosas de este tipo en la Naturaleza; por tanto para la apropiada alimentación de nuestro cuerpo debemos emplear muchos alimentos de diversa naturaleza. Pues el cuerpo humano está compuesto de muchas partes de diferente naturaleza, que tienen una constante necesidad de nutrición, para que todo el cuerpo sea igualmente capaz de hacer todo lo que sigue de su propia naturaleza, y por tanto, la mente sea igualmente capaz de comprender muchas cosas.

Cap. 28 - Para proporcionar estos alimentos, los medios de cada individuo serían apenas suficientes, si los hombres no se ayudaran mutuamente. Pero el dinero nos ha proporcionado un epítome económico de todas las cosas. Luego, es con la imagen del dinero que más se ocupa la mente del vulgo, pues los hombres difícilmente pueden imaginar ningn placúer si no es acompañado por la idea de algunas monedas como causa.

Cap. 29 - Pero ésto es vicio solamente en el caso de quienes procuran dinero no de pobreza, o para suplir sus necesidades, sino por cuanto han aprendido las artes de lograr ganancias, de lo cual se jactan ostensiblemente. Sí, alimentan su cuerpo, según la costumbre, pero con parsimonia, creyendo que pierden la porción de su riqueza que gastan en sustentar su cuerpo. Pero quienes saben el uso verdadero del dinero y consideran la medida de su riqueza solamente en relación a sus verdaderas necesidades, viven satisfechos con poco.

Cap. 30 - Son buenas todas las cosas que asisten a las diversas partes de nuestro cuerpo y les permiten llevar a cabo sus funciones, y como el gozo consiste en que nuestro poder sea secundado o incrementado, sigue de ésto que todas las cosas que proporcionan placer son buenas. Pero, por otra parte, las cosas no consideran nuestro gozo y su poder no está constituido para servir nuestro interés. Finalmente, la mayor parte del tiempo, la alegría sólo concierne fundamentalmente una parte específica de nuestro cuerpo. Luego, a menos que la razón y la cautela intervengan, los sentimientos de alegría y también los deseos que surgen de éstos, serán excesivos la mayor parte del tiempo. Nótese también que la afectividad nos conduce a prestar atencin a lo queó es agradable en el presente y nos impide considerar el futuro con ecuanimidad. (sc. /p. 44 & sc. /p. 60).

Cap. 31 - Al contrario, la superstición parece considerar bueno todo lo que acarrea tristeza y como malo todo lo que trae gozo. Sin embargo (sc. 2/p. 45) solamente la gente envidiosa se deleita en nuestra debilidad y problemas. Sencillamente, a mayor gozo, mayor la perfeccin a la que sóe pasa, y así mayor nuestra participación en la Naturaleza Divina. Ningún gozo puede ser malo si es controlado por la verdadera consideración de nuestro interés. Por otra parte, quien es guiado por el temor y hace el bien sólo para evitar el mal, no obra guiado por la razón.

Cap. 32 - Pero el poder humano es limitado e infinitamente sobrepasado por el poder de las causas externas. No tenemos un poder absoluto para conformar a nuestro uso las cosas que nos son externas. Sin embargo, podremos soportar con ecuanimidad todo lo que resulte contrario a nuestro interés, en la medida que estemos concientes de haber cumplido con nuestro deber, y que nuestro poder no bastaba para evitar el daño; también si recordamos que somos parte de la Naturaleza Universal y seguimos sus mandatos.

Si logramos una idea clara y distinta de ésto, la parte de nosotros que se define como inteligencia i.e. la mejor parte de nosotros, recuperará su tranquilidad y procurar permanecáer sin sobresaltos. Pues, en la medida que comprendamos no desearemos sino lo que es necesario y , absolutamente, lograremos encontrar nuestra paz mental en slo lóo que es verdadero. Así, mediante el conocimiento, el esfuerzo de nuestra mejor parte concuerda con el orden universal de la Naturaleza.

© John David Garcia, 1992, All rights Reserved.